“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos -declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”, Isaías 55:8-9.
Cuando iniciaba mis pasos en el camino de la fe, al llegar el último mes del año realizaba un listado de cosas y planes específicos que estaban guardados en mi corazón. Éstos eran presentados al Señor en oración con la idea de que Él los escuchara y respondiera en Su tiempo. Al finalizar el año siguiente revisaba dicho listado y tachaba “los sí” del Señor, y en una mezcla entre desilusión y esperanza pasaba a otra nueva hoja “los no”.
Un día finalmente entendí que:
- Aunque no es pecado hacer planes, sí lo es hacerlo con la motivación equivocada (Leer Lucas 14:28).
- Que no siempre los planes que hago con "la motivación correcta" son los planes que Dios tiene preparados para mí (Leer Proverbios 16:9 y Proverbios 19:21).
- Que no siempre la paz que me dan mis planes, es precisamente la paz que proviene de Dios (Leer Filipenses 4:7).
- Que para Dios nuestros deseos no le resultan secretos, porque conoce cada corazón y nos da a cada uno según nuestras obras (Leer Salmos 38:9 y Jeremías 17:10).
La historia ahora cambió, tengo una hoja en blanco para que el Señor escriba lo que Él ya determinó que pasaría en mi vida, lo cual sin duda me llevará a conformarme más a la imagen de Jesucristo y será para gloria de Su santo nombre. Ahora lo entiendo más claramente y le recuerdo a mi corazón lo que dice Dios en Su Palabra, cuando efectivamente me encuentro frente a Su voluntad, y más aún cuando esa voluntad no da respuesta favorable a mis deseos: "Así como son más altos los cielos que la tierra, así también los caminos de Dios y Sus pensamientos más que mis pensamientos".
Es mi deseo invitarlas este año a orar al Señor para que nuestros corazones acepten con gozo Su voluntad, que roguemos a Aquél que todo lo puede por mucha gracia para perseverar cuando estemos pisando las huellas que dejó para cada una de nosotras. Y que antes de pensar en hacer esto o aquello, Su Espíritu Santo nos capacite para decir lo que dice en el libro de Santiago: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
Por Yuliana Fragozo