El precio del discipulado

“Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación…” – Apocalipsis 1:9

El apóstol Juan fue exiliado a la isla de Patmos para pasar el resto de su vida terrenal solo y aislado, sin su familia ni sus hermanos en Cristo. Santiago, por su parte, fue asesinado por la espada del rey Herodes y su orden de perseguir a la iglesia. Ambos hermanos sufrieron grandemente por su fe, pero estaban dispuestos a sacrificar sus vidas por la gloria de Jesucristo.

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” – Mateo 16:24

Jesús se aseguró de que Sus discípulos fueran siempre conscientes de la necesidad de rendirse completamente y de su compromiso para identificarse con Él y con Su cruz… sin importar el precio. Para los discípulos, “tomar su cruz” significó el rechazo, la persecución, e incluso la muerte. Aun así, su esperanza estaba puesta en Jesús, quien sufrió profundamente por Su amor apasionado por las personas.

“Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” – 2 Timoteo 3:12

Cada creyente enfrentará en algún momento algún grado de oposición, persecución y sufrimiento si realmente busca seguir a Dios. Aunque no suframos martirio como muchos de los discípulos, seguir a Cristo puede significar que se burlen de nosotros, nos calumnien o nos odien. Puede que nos excluyan de eventos de trabajo o de reuniones familiares. Puede que perdamos relaciones, nuestra reputación o nuestra forma de vida.

Incluso en los momentos más difíciles, cuando sentimos que el precio de seguir a Dios es demasiado alto, los creyentes pueden confiar en que Dios es suficiente. Ningún dolor ni sufrimiento en esta vida excede el placer de conocer a Dios de manera íntima. Debemos aferrarnos a esa promesa.

“Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.” – Juan 15:20

El llamado a conocer a Cristo de manera íntima significa que compartimos Su sufrimiento para que podamos compartir también Su gloria eterna. La persecución y el sufrimiento no vencen al pueblo de Dios. Los planes de Dios en la tierra se cumplen cuando Su pueblo está unido con Jesús y está dispuesto a sacrificarlo todo para ser más como Él. Dios promete que, para los creyentes, el dolor y el sufrimiento terminará y que la muerte terminará en victoria.

Nuestro futuro es brillante.

Juan y Santiago lo dejaron todo para seguir a Jesús. Sacrificaron todo para magnificarle y lo ganaron todo. Dos pescadores ordinarios rendidos por completo a Dios y, a través de sus vidas, Dios demostró Su poder extraordinario y Su fuerza. ¿Qué nos impide hacer lo mismo?

A medida que soportas los sacrificios de seguir a Jesús, ¿de qué manera estás viendo la evidencia de la presencia de Dios y el gozo en tu vida? ¿Cómo podemos orar por ti a medida que te comprometes a seguir a Jesús, sin importar el precio? 

Por Terria

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