El puente de la generosidad

“Para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos suple, sino que también abunda en muchas acciones de gracia a Dios” – 2 Corintios 9:11-12

El verano pasado Rebeca, una joven de dieciocho años, fue desafiada a realizar un entrenamiento intensivo de dos meses en una base misionera. El costo incluía la estadía con alimentación y pasajes para las semanas de evangelismo práctico en otras ciudades.

Para llegar hasta allí, su iglesia ofrendó para ella, su familia y amigos también. Tanto su iglesia como los demás invirtieron en ella y lo que recibió a cambio fue madurez, crecimiento espiritual, experiencia con Dios, comunión con otros jóvenes. Y es que el dar o invertir en el reino de Dios siempre será un saldo a favor y nunca en contra.

Los corintios no eran una iglesia pudiente o con grandes recursos, sin embargo se comprometieron en colaborar con los hermanos que estaban pasando tiempos difíciles en Jerusalén. Pablo les desafía a dar como cada uno proponga en su corazón, no por una obligación o imposición, sino con un corazón alegre, porque en el solo hecho de dar generosamente Dios provee, multiplica más allá de lo que imaginamos. Más aún, la generosidad es el puente que nos lleva a DAR GRACIAS A DIOS.

¡Sí! ¿Qué fue lo primero que hizo Rebeca cuando Dios proveyó para su viaje?, ella dio gracias al Señor, su familia dio gracias a Dios y su iglesia dio gracias a Dios por ver a esta joven dedicar sus vacaciones para invertir en su vida espiritual.

¿Sabes el alcance que puede tener tu ofrenda? Esa que has dado para misioneros que están sirviendo al Señor en otros lugares, o aquella que has dado para cubrir una necesidad específica. Sea cual fuere la razón, créeme, ha producido una gratitud en el corazón de ellos. Es esto lo que Pablo nos quiere decir, que tu generosidad, la generosidad de los corintios y mi generosidad, abundan en acciones de gracias a Dios; por lo tanto tu vida, la mía y la de tu iglesia local es un puente de bendición que traerá honra y gloria a Dios.

No dejes de dar, no dejes de ofrendar, este es el puente, y tú también lo eres para ¡Dar Gracias a Dios!

Por Elba Castañeda

 

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