Eligiendo orar en lugar de preocuparnos

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de Gracias.” – Filipenses 4:6 

Tiendo a luchar con la preocupación.

Sinceramente, trato de no hacerlo… pero es algo que simplemente pasa.

Ha habido días en que me sorprendo a mí misma preocupada porque me estoy preocupando mucho, en serio… sí, lo sé… soy un desastre.

Y créanme, me preocupo constantemente.

Me preocupo por las cosas grandes, como los problemas del mundo, y por las cosas pequeñas, como recordar recoger la leche cuando voy al supermercado… algo que muchas veces no hago.

Sin embargo, a pesar de mi tendencia a preocuparme, sé que la cura para mi ansiedad es la oración y la súplica.

Convertir mis preocupaciones en oraciones y centrarme en la verdad de que Dios está en control, no yo.

Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” – Filipenses 4: 5-7

Dios está cerca.

¡Increíble recordatorio que necesitamos A DIARIO!

No se afanen por nada… suena como algo imposible, ¿no?

Muchas veces siento que la lectura más precisa sería “estar afanada sólo en algunas cosas”… algo que suena un poco más realista en mi opinión.

Porque en serio… tenemos mucho para estar ansiosas, ¿o no?

Estamos preocupadas por lo que será este loco mundo cuando nuestros hijos o nietos crezcan.

Estamos preocupadas por el pago de la renta o de la hipoteca de la casa este mes.

Estamos preocupadas por los resultados de la prueba cuando vayamos esta semana al consultorio del médico.

Estamos preocupadas por el chico nuevo con el que nuestra hija comenzó a salir la semana pasada.

Estamos preocupadas por cómo pagar la universidad…  o a cuál universidad irán nuestros hijos.

Estamos preocupadas por el estado de nuestro país y quién será el próximo presidente.

Estamos preocupadas por nuestro matrimonio.

Tenemos preocupaciones en todas las edades y en todas las etapas de la vida.

La preocupación se quedará con nosotras todos los días y nos robará la alegría… si se lo permitimos.

Sin embargo, Pablo nos recuerda que Dios está cerca y que no estamos para preocuparnos, sino que en lugar de eso oremos.

Orar.

Suena casi demasiado simple para realmente hacer una diferencia, ¿no?

¿Quieres decir, hablar con un Dios invisible como si Él fuera real? ¿Cómo si Él estuviera aquí mismo delante de mí… del otro lado de esta mesa?

¿Quieres decir, hablar con Dios como si Él estuviera… cerca?

Sí. 

Convertir nuestras preocupaciones en oraciones es la manera de Dios de ayudar a Sus hijos a que lo vean a Él.

Tal vez hay una bendición, un resquicio de esperanza si lo crees, en la elección que todos enfrentamos cada día… ¿vas a elegir hoy preocuparte u orar?

Y tal vez a través de nuestras oraciones, concretas, cotidianas, simples, tenemos la bendición de ver a Dios en nuestras vidas.

Extrañamente, sin la elección de preocuparnos u orar nos podríamos perder la oportunidad y la emoción de ver a Dios obrando… y permitir a los que nos rodean verlo también.

He estado leyendo un libro sobre una misionera en Egipto llamada Lillian Trasher. Hasta la lectura de este libro, nunca había oído hablar de Lillian, sin embargo este principio de elegir orar en lugar de preocuparse era verdadero en su vida. Como la única mujer cristiana estadounidense en Egipto en 1900, Lillian tenía muchas cosas en su vida que podrían haber hecho que se preocupara.

Desde el punto de vista del mundo, ella no tenía los medios económicos para mudarse a Egipto y responder al llamado de Dios para su vida, y mucho menos para iniciar un ministerio. Su seguridad personal siempre fue una preocupación para los que se opusieron a dicha mudanza a Egipto y a que vivera por la gente. Sin embargo, una y otra vez Lillian eligió orar sobre el miedo y confiar en Dios para que interviniera. A través de las pruebas, las tribulaciones y luchas, Lillian desarrolló una hermosa relación con Dios cuando vio que Él respondió activamente a sus oraciones.

¿Significa esto que cada oración que oró se volvió un “sí”? No.

¿Significa esto que nunca tuvo que luchar con corazón quebrantado, dolores o decepciones? No.

Lo que yo veo a través de esta historia mientras se la leía a mis niñas y ellas rogaban que leyera “solo un capítulo más, mami”… es esta: “Eres tan real para mí Jesús que yo casi podía extender la mano y tocarte”… hermosa relación que Lillian tenía con Dios. A través de las decisiones de Lillian de orar y confiar en Dios, la realidad de Su cercanía se volvió clara como el cristal.

Y en la cercanía… se hizo sentir la paz de Dios.

Tal vez ahí es donde la acción de gracias entra en juego también. Tal vez sea la oportunidad de elegir orar por sobre preocuparnos y, al hacerlo, tendremos la bendición de ver a Dios en acción.

Él está cerca, querida amiga. Elige hoy orar por sobre la preocupación… ¡yo también lo haré!

Por Ángela Perritt

 

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