Enemigo insidioso dentro de la iglesia

Pasaje: 2 Corintios 10:1-6

Versículo Clave: “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (v. 5).

La ubicación de Corinto permitió que fuese un punto crucial para las culturas del Este y Oeste en los días de Pablo. Localizada entre el Golfo de Corinto (Mar Adriático) y el Golfo Sarónico (Mar Egeo), Corinto se convirtió en un centro comercial y militar importante para el Imperio Romano. También fue un gran centro cultural para el mundo Greco-Romano, auspiciando los Juegos Ístmicos bi-anuales, los cuales comenzaron en el 581 a. C. en el Templo de Poseidón.

Luego, en el 146 a. C., después de una revuelta contra Roma, Corinto fue destruido y reconstruido para convertirse en una Colonia Romana donde los soldados Romanos se retiraban. Durante el reinado Griego en Corinto, el Templo de Afrodita se erigió imperialmente a más de 1.880 pies por encima de la llanura. Antes de ser destruido por un terremoto que asaltó a la ciudad 150 años antes de que Pablo llegara allí, más de mil prostitutas eran parte de un ritual de fertilidad diario en este templo.

Un lugar lleno de oscuridad espiritual.

Una malla de dos culturas impías enredaron a la ciudad donde una de las primeras Iglesias gentiles habría comenzado. En medio de todo, una de las más grandes sinagogas en las afueras de Jerusalén acogió a un gran número de judíos. Muchos de ellos, nuevos creyentes. De todas las ciudades donde Pablo plantó las primeras Iglesias en el Imperio Romano, Corinto fue el lugar dónde él encontró la más fuerte oposición. La iglesia de Corinto era artificial, orgullosa y rebelde, altamente influenciada por los falsos maestros judíos y por la sensualidad que rodeaba a la ciudad pagana.

Una sociedad opulenta e impía.

Cristianos luchando para permanecer fieles a la palabra de Dios, mientras vivían en medio de mucha oscuridad.

Líderes que comprometieron las doctrinas de Cristo para amoldarlas a su lujuria y orgullo.

¿Esto le suena familiar?

Aunque Corinto no es la ciudad Antigua prominente, su espíritu sigue vivo hoy día. Y desafortunadamente, así como lo hizo en el viejo imperio, continúa esparciendo sus mentiras en la iglesia moderna.

Ciertamente, muchos maestros y predicadores de hoy están comprometiendo la verdad de la palabra de Dios, bien sea al omitir doctrinas importantes en sus enseñanzas, o al enfatizar principios de autoayuda en vez de la verdad.

Me da mucha tristeza ver cómo muchos cristianos les siguen ciegamente aceptando verdades a medias y comprometiéndose. Peor aún, sus compromisos y teología de ‘sentirse bien’ están llevando a muchos buscadores de la verdad derecho al infierno.

Sus enseñanzas alivian las heridas, pero no las sanan.

Complacen a las multitudes, pero no al Padre.

Es peligroso y se está esparciendo como fuego.

“Un poco de levadura leuda toda la masa”, Gálatas 5:9

Comprometer la palabra de Dios es una de las peores amenazas para un cristiano. Una vez empezamos a interpretarla para que se ajuste a nuestro punto de vista personal, permitimos que Satanás tuerza la entera verdad del evangelio. Podemos ver cómo esto sucede tan fácilmente cuando ciertos maestros o predicadores comienzan a torcer la verdad tan sólo un poco, sólo para terminar desechando completamente doctrinas críticas como la salvación a través de Cristo únicamente.

La iglesia de Corinto estaba enfrentando este mismo peligro. Así que Pablo, en su manera cándida y profética de hablar la verdad, les recordó quién está por detrás de cada compromiso y cómo pelearlo:

“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (v. 3-5).

Lo primero que hay que entender es que la guerra contra la iglesia es espiritual.

Satanás ha declarado guerra contra la humanidad en el Jardín del Edén y allí prometió parar el plan de redención. Él falló. Jesús cumplió el plan de Dios en la cruz. Desde entonces el mensaje de salvación ha redimido a mucha gente a través de los siglos. Satanás no lo puede parar.

Si Satanás no puede derrotar el mensaje de la cruz, lo distorsionará. Si no puede evitar que proclamemos el evangelio, él nos ayudará a proclamar la suficiente verdad para pacificar el hambre del hombre por Dios, mezclado con un montón de mentiras para evitar que realmente sean salvos. O, nos alimentará con suficiente mentiras para evitar que recibamos lo mejor que Dios tiene reservado para nosotros.

Lo segundo que hay que entender es que poseemos un arma para pelear contra sus mentiras.

Tenemos el arma que puede “destruir cualquier especulación y cada cosa altiva que se levanta contra el conocimiento de Dios”.

El arma es la palabra de Dios. Debemos leerla. Estudiarla. Digerirla.

Debemos tomar todo lo que escuchamos y ponerlo bajo la luz que brilla de ella.

Debemos poner cada pensamiento y acción a través del colador – ¿Contradice las escrituras… o la apoyan?

¿Glorifica a Dios o al hombre?

Los cielos se están oscureciendo amigo.

Satanás está presionando muy duro en su último intento de condenar al mundo a muerte eterna. Y dejar a la iglesia de Cristo impotente e inefectiva.

Todo a nuestro alrededor está cambiando.

Como sal de la tierra y luz del mundo, no podemos permitir que él nos cambie a NOSOTROS.

Por lo tanto, agarre su arma de guerra y úsela cada día. Antes de escucharme a mí… o al evangelista más elocuente… escuche la palabra de Dios.

Escuche a ho Logos. La Palabra que se hizo carne para redimirle a usted. La Palabra que está viva y que le habla con el mismo poder de hace casi 2.000 años cuando los Corintios abrieron la segunda carta de su amado líder.

Escuche la Palabra.

Porque la batalla por su mente y por las almas perdidas es intensa.

Y usted debe tomar cada pensamiento cautivo para poder ganarla.

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