¿Es Dios un caballero?

“El SEÑOR, el Altísimo, es digno de ser temido; Rey grande es sobre toda la tierra. Él somete pueblos debajo de nosotros, y naciones bajo nuestros pies. Él nos escoge nuestra heredad, la gloria de Jacob a quien Él ama” – Salmo 47:2-4

En ocasiones he oído que Dios es un caballero y que no nos obliga a aceptarlo, pero a veces me pregunto si esto es realmente cierto. Cuando medito en mi conversión estoy convencida de que el Señor cambió mi corazón en un instante para que una blasfemadora se convirtiera en una adoradora.    

Hace muchos años vi un dibujo en una revista donde un hombre estaba tratando de caminar con su perro, pero el perro estaba agarrado de un palo, porque no quería ir en la dirección de su amo. Siendo amante y dueña de varios perros, me reí porque efectivamente así es como son, sin embargo, sentí en mi corazón un peso porque pensé que yo he sido igual en mi caminar con Dios.

Antes del momento en que Él cambió mi corazón y mi mente, yo juraba que Dios no existía y después de conocerle tenía una lucha en mi corazón para dejar atrás el viejo hombre y abrazar el “nuevo hombre” en cada paso. A través de los años, en mi caminar, Él ha demostrado Su fidelidad y Su sabiduría y entonces la lucha es cada vez menor, aunque la mala hierba de la autosuficiencia y la ignorancia en pensar que yo sé mejor, todavía surgen, pero menos frecuente y es más fácil ser intencional para dominarlos.  

Juan Calvino dijo que la gracia de Dios es irresistible, y si realmente Él es un Dios todopoderoso, esto tendría que ser así. Entonces, ¿cuáles son los pasajes que nos muestran este principio? Si nadie busca a Dios (Romanos 3:11), entonces algo tiene que cambiar en nuestra mente para comenzar “la búsqueda”. Es obvio entonces que la regeneración precede la fe para que esta búsqueda de Dios, que realmente es un llamado del mismo Dios que estamos buscando, ocurra. Su arrastre es poderoso, sin embargo, debido a que Él cambia la voluntad con la regeneración justo antes de traernos, no es violento porque nuestra disposición ha sido cambiada y ahora nuestra voluntad desea buscarlo. Juan 6:44 nos dice que: “Nadie puede venir a Mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final”.   

La palabra griega utilizada para traer es “helko” y significa arrastrar. Es la misma palabra utilizada en el versículo de Hechos 16:9 cuando las multitudes arrastraron a Pablo y Silas hacia la plaza para ser condenados por los líderes religiosos y en Hechos 21:30 cuando arrastraron a Pablo del templo en Jerusalén para matarlo. Cuando llamamos a Dios “un caballero” en este sentido, estamos en esencia robándole la gloria a Dios porque estamos atribuyéndole al hombre algo en la salvación cuando la Biblia es clara al afirmar lo contrario en Efesios 2:8-9: “Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. 

Y si esto no fuera suficiente, el versículo 10 nos indica que: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”. Como fuimos salvos desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4), fue Dios que preparó aun nuestra salvación.  

Entonces, ¿Es Dios un caballero? Claro que sí, aunque no en la forma que pensamos. Dios sí nos arrastra, pero en Su bondad, Él cambia nuestra mente de antemano para que no sea de una forma dolorosa sino de una forma tan amorosa que pensamos que somos nosotros buscándolo! Él es el creador y sustentador del Universo y nadie puede desviar Su plan (Isaías 14:27). Dios merece toda la gloria y nuestro deber es alabarlo en todo incluyendo en nuestra salvación. No hay manera en que podamos alabarle lo suficiente, por lo que debemos cantar de Su gloria en cada momento de nuestras vidas.

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