Esta decisión hará tu vida mucho mejor

La preocupación está cobrando más vidas en el mundo actual que cualquier otra enfermedad. Incluso le hemos dado un nombre que suena más sofisticado y hasta científico: “estrés”. Todo el mundo vive estresado. De hecho a veces nos parece que mientras más estresada sea nuestra vida, más importante es. ¿Quién entiende a los seres humanos, verdad?

A veces quisiera ser como un lirio o como una paloma. ¿Te preguntas por qué? Bueno, eso fue lo que pasó por mi mente hace un tiempo cuando volví a leer estas palabras de Jesús:

Luego, dirigiéndose a sus discípulos, dijo: «Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento para comer o suficiente ropa para vestirse. Pues la vida es más que la comida, y el cuerpo es más que la ropa. Miren los cuervos. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque Dios los alimenta. ¡Y ustedes son para él mucho más valiosos que cualquier pájaro! ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? Y, si por mucho preocuparse no se logra algo tan pequeño como eso, ¿de qué sirve preocuparse por cosas más grandes?

»Miren cómo crecen los lirios. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. Y, si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe? 

»No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber. No se preocupen por esas cosas. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará todo lo que necesiten.” (Lucas 12:22-31, NTV)

El Señor Jesús sabía que el afán o la preocupación son un problema de cualquier país, generación o clase social. De una manera u otra nos contagiamos con esta enfermedad. Y hasta nos las hemos arreglado para minimizar a la preocupación a eso, un síntoma o enfermedad, y no nos damos cuenta de que en esencia preocuparse es un pecado, algo que desagrada a Dios. ¿Por qué lo digo tan categóricamente? Bueno, porque en primer lugar todo mandato que en la palabra va precedido de un “no” es algo que Dios no quiere que hagamos, y si lo hacemos… bueno, es obvio que estamos desobedeciendo y por tanto no le estamos agradando. Pura lógica. 

En segundo lugar, cuando nos preocupamos estamos diciéndole a Dios, aunque no nos demos cuenta, que no confiamos en su capacidad para cuidar de nosotros, para hacerse cargo de nuestros asuntos, para hacer por nosotros lo mismo que hace por las flores o por las aves del campo. Claro, es necesario entender algo: uno no confía en quien no conoce. Para poner nuestras vidas en las manos de alguien, en este caso de Dios y en su cuidado, tenemos que conocerle, y conocerle bien. De lo contrario, esta fórmula no funciona.

Es una reacción humana angustiarnos o preocuparnos, el problema está cuando pasa de reacción a condición, cuando se convierte en el estado de nuestra alma y nuestra mente. Cuando nos ahoga y no nos deja vivir. Escuché a un predicador decir que la palabra griega preocupación que se usa en este pasaje tiene su raíz en “ahogar o estrangular”. Nada más cierto. Cuando vivimos preocupados, vivimos ahogados, no podemos respirar bien. Alguien dijo que vivir preocupado es como sentarse en una mecedora, nos movemos hacia delante y hacia atrás, pero no llegamos a ninguna parte. La preocupación no lleva a ninguna parte, no acelera los procesos y sí los hace más difíciles y hasta los prolonga.

Por eso le pido al Señor que me haga como un lirio o una paloma. Viven ambos felices y despreocupados. Dios se ha encargado de proveer para sus necesidades. ¡Dejemos de atormentarnos por el futuro o por lo que no podemos y queremos controlar! Como dice el viejo himno, “si el cuida de las aves, cuidará también de mí”.  Nos toca creerlo, y decidir vivir de acuerdo a lo que creemos. 

¡Vivamos como Dios lo diseñó!

 

Loading controls...