Eternidad en nuestros corazones

“¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana? Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.” – Eclesiastés 3:9-15 (RVR1960)

Amiga querida, observemos detenidamente lo que Dios ha puesto en nuestros corazones.

Me encanta la frase que dice “eternidad en sus corazones.” Me habla de que estoy llamada a algo más de lo que está aquí en la tierra.

La forma  en la que C. S. Lewis lo describe me habla profundamente a mi alma. Él dice así, “Si nos encontramos con el deseo de que nada en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fuimos hechos para otro mundo.”

Sí, Sí y Sí.

Yo no sé ustedes, pero esto me  suena tan verdadero en mi corazón ya que siento ese profundo anhelo de algo… más.

Salomón lo dice en Eclesiastés. Él anhela algo más y nada de lo que ha encontrado le satisface.

Y aunque me encanta la frase “eternidad en sus corazones”, ¿hay alguna esperanza para el aquí y ahora? Al mirar en estos versículos encontramos la respuesta — un sí rotundo.

Sí, vamos a obtener ese anhelo de nuestra vida futura en el cielo que promete no más sufrimiento o dolor, así como el cumplimiento de una gran satisfacción  – pero también está nuestro gran Dios que puede satisfacer nuestros corazones en el aquí y ahora.

Se nos recuerda que Dios es santo y todo lo hizo hermoso en su tiempo (v. 11);

Que sus caminos son para siempre, y su plan está fuera del marco del  tiempo (v. 14);

Que el hombre puede disfrutar de todas las grandes bendiciones que Dios le ha proporcionado, ya que son, después de todo, los regalos de él (v. 13).

Entonces, ¿cómo funciona esto de manera práctica en nuestra vida cotidiana? ¿Cómo tomamos lo que aprendemos y leemos para el ahora?

1. Le Damos gracias a Dios por su santidad. Tomamos activamente nuestros ojos fuera de nosotros mismos y de nuestras circunstancias (nuestros gemidos) y nos enfocamos en Él, porque confiamos en que Él tiene un plan.

Puede que no entendamos Su plan, pero el hecho de saber que Él está fuera del marco del tiempo y fuera de nuestra vida y de sus tensiones, nos puede dar una calma que sobrepasa todo entendimiento.

2. Le Agradecemos por lo que está haciendo en nuestras vidas, y en especial en esos momentos en los que tratamos y tratamos de encontrar algo para satisfacernos y nos quedamos cortas. Y Le damos gracias por aquellos tiempos, ya que son un regalo.

Podemos  darnos cuenta que en nuestra búsqueda, la única cosa que realmente nos puede satisfacer es Dios mismo. Nada más llena esa necesidad. Nada más alivia ese dolor. Solo Él,

3. Reconocemos los dones y bendiciones que nos ha dado. No nos fijamos en los dones y bendiciones que desearíamos que nos diera – nos fijamos en lo que nos ha dado y agradecidamente decimos que es suficiente.

Dios Padre, te damos gracias hoy por tu Palabra que está viva y activa. Te damos las gracias por la forma en que nos hablas a medida que estudiamos poco a poco tu  Santa Palabra. Gracias por las verdades que hablas en nuestras vidas a través de ella. Gracias por Tu plan eterno, por lo que estás haciendo en nuestras vidas, y por las bendiciones y regalos que nos das. Gracias por el regalo de la eternidad en nuestros corazones y por satisfacer nuestras almas.

Te Amamos, Señor. Amén

Desafío: Esta semana, pasa algún tiempo a solas con Dios y haz lo siguiente: 1) Alábale por su santidad. 2) Dale las gracias por lo que está haciendo en tu vida. 3) Reconoce los dones y bendiciones que Él te ha dado.

Por Joy Forney

 

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