Gavetas vs. bolas de estambre

Vuelve a leer el título de este artículo y piensa por un momento en la analogía. Los hombres tienden a pensar “en gavetas”. En una gaveta está el trabajo, en otra la casa, en otra los proyectos que nosotras les hemos puesto en un papel, y en otra los problemas. 

En cambio las mujeres lo metemos todo en una misma gaveta y así se vuelve un enredo, como una gran bola de estambre. Sé que esto debe tener una muy buena explicación, pero no voy a entrar ahora en ese tema. 

Es un hecho que somos así de diferentes, pero no quiere decir que no podamos hacer algo al respecto.

Desde que yo conocí a mi esposo, cada vez que surgía un problema él siempre me decía: “Separa las cosas, no las unas”. Nosotras las mujeres tenemos la extraordinaria “virtud” de ir uniéndolo todo y, por ejemplo, lo que empezó con un vestido que no nos gusta, puede acabar en una conversación donde, como eslabones, vamos ligando cuanta cosa nos pasa por la cabeza y que tienen más años de los que podemos recordar. Así que él, pacientemente, ha tratado durante estos años de que no me vuelva siempre una bola de estambre.

Ahora bien, eso no es fácil porque va contra la naturaleza femenina. Requiere un esfuerzo deliberado el no mezclar lo del vestido que no nos gusta con la casa que está sin limpiar y los invitados que tendremos a comer dentro de 15 días (y eso sin mencionar cierta semana del mes que lo complica todo aún más). Pero no es imposible. ¿Cuál puede ser el antídoto? Hay varios.

El primero es vivir un día a la vezun asunto a la vez, un problema a la vez, una oración a la vez. Dios es nuestra porción, justo lo que necesitamos para cada día, ni más ni menos. Él nos da el sustento y la fuerza necesarios para vivir un día a la vez, para ocuparnos de un asunto a la vez. Si nos enfocamos en esto, es más fácil separar las cosas en nuestra mente y no ceder a la costumbre o la tentación de ligarlas todas. Jesús dijo: “Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas”. Vivamos un día a la vez. Ocupémonos de un asunto a la vez. 

Otro antídoto contra la bola de estambre es aprender a diferenciar los hechos de las emociones. Por ser mujeres, muchas veces las emociones llevan la voz cantante en nuestra vida. “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio…” Cuán ciertas fueron las palabras de Jeremías. Si dejamos que sea el corazón, las emociones, quien nos dirija, somos candidatas seguras a vivir como bolas de estambre enredadas. Dios nos dio emociones, son parte de nuestro ser, pero cuando no están bajo control, controlan; y no nos dejan pensar con claridad ni actuar con madurez.

Por último, buscar una segunda opinión. Cuando las situaciones empiecen a enredarse en nuestra mente, cuando comencemos a ligar vestidos con casas, frustraciones en la crianza de nuestros hijos y no saber qué cocinar para ese día, busquemos la perspectiva de otra persona. Empieza por tu esposo. Y si no está, o todavía no lo tienes, busca una amiga para que te ayude a separar las hebras de tu bola de estambre y poner cada una en su lugar. “La sabiduría está con quienes oyen consejos”, “atiende al consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio”.

Todavía de vez en cuando me enredo en mi propia bola de estambre, pero cuando me pasa acudo a estos antídotos que te mencioné y trato de “desenredarme”. La próxima vez que te suceda, pruébalo y verás que vale la pena. A fin de cuentas, los antídotos no son más que parte del diseño que Dios preparó para ti y para mí. 

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