Grata sorpresa

Me encanta escribir cartas a los seres que amo y siempre dejo lo mejor para el final. Normalmente las cartas van acompañadas de algún regalo, entonces, al final, escribo lo emocionada que estoy porque abra el regalo o agrego algún final inesperado, algo que sorprenda a la persona.

Acompáñame a leer los últimos párrafos de la carta que el apóstol Pablo había escrito a Timoteo y veamos la maravillosa sorpresa que dejó para el final.

“En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir en su reino y que juzgará a los vivos y a los muertos, te doy este solemne encargo: Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar. Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos. Tú, por el contrario, sé prudente en todas las circunstancias, soporta los sufrimientos, dedícate a la evangelización; cumple con los deberes de tu ministerio.” – 2 Timoteo 4:1-5

Si al terminar de leer el capítulo 4 no te sientes lo suficientemente animada o desafiada, permíteme decirte mi querida lectora, con mucha tristeza, que Cristo y Su Evangelio no son el centro en tu vida.

Acá Pablo está animando a Timoteo (y no solo a él, también a la Iglesia que sos VOS) que a tiempo y fuera de tiempo hable de las escrituras y pueda animar, exhortar, aconsejar con ella.

Que puedas predicar la palabra de Dios con tu vida a donde quiera que vayas, con tu ejemplo de “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.” – Gálatas 5:22-23.

¡Que privilegio! ¿Verdad?

Pablo nos advierte que permanezcamos en la Palabra. ¿Por qué hace esto? ¿Para arruinarnos la vida? ¿Para que seamos religiosos? NO.

Para ser sabias.

Para que sepamos distinguir las mentiras de este mundo.

Para que vivamos felices.

Para que agrademos a nuestro buen Padre.

Dios, al no escatimar a su Hijo Unigénito, demostró cuán grande es el cuidado que Él tiene de su Iglesia, de modo que no permitirá que se pierda y esté expuesta a ser presa del enemigo.

Y al final nos insta a permanecer firme en las aflicciones ¿Cómo? Permaneciendo apegadas a la Palabra de Dios. Es la única manera en que podemos permanecer firmes en nuestra esperanza, que es Cristo, cuando vengan las tormentas de desilusión, pecado, dolores o situaciones de la vida que nos superan. 

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.” – Mateo 7:24-25

¡Es esta la sorpresa que está al final de esta carta! Espero que estés tan emocionada como yo, al saber que permaneciendo en la palabra de Dios no voy a caer, mi vida no se va a derrumbar.

 

Por Antonella Azuaga

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