Gratitud y oración

“Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio.” – Colosenses 1:3-5

El capítulo 1 de la carta de Pablo a los colosenses es, en su mayor parte, una oración. En los versículos de hoy vemos a Pablo dando gracias de manera constante por los creyentes en Colosas, por su fe y por su amor.

Lo que más me llama la atención de esto no es que Pablo orara o que orara por otras personas o incluso que orara con acción de gracias. Estas eran cosas habituales y normales en la vida de Pablo. Lo que sí me parece significativo es que Pablo no conocía a la mayoría de esas personas.

La iglesia de Colosas no fue fundada directamente por Pablo, sino por Epafras, un creyente al que Pablo conoció y discipuló durante un tiempo, preparándolo para la tarea de comenzar una iglesia.

Aun así, aunque estos creyentes no eran cercanos a Pablo, él oraba por ellos, daba gracias por sus vidas y daba gracias por su amor y su fe en el Señor.

Y me parece que esta es una gran lección para todas nosotras en el día de hoy.

A veces nos cuesta dar gracias a Dios por otras personas… sobre todo dar gracias por hermanos en la fe.

Nos es más fácil ver los defectos de los demás, sus fallos; fijarnos en todo lo que hacen mal, en las ocasiones en las que no nos tratan adecuadamente; nos es más cómodo encerrarnos en nuestros “derechos”, en nuestra falta de perdón, en nuestra propia idea de cómo deben ser las cosas.

Sin embargo, es nuestro deber como creyentes orar por otros. Más aun, buscar en otras personas cualidades por las que dar gracias a Dios. Orar y agradecer a Dios por otros creyentes es otra manera más de fortalecer y edificar el cuerpo de Cristo. Y estoy convencida de que nuestras iglesias, nuestras comunidades, cambiarían en gran manera si, en lugar de dedicarnos a buscar los defectos de los demás, invirtiéramos tiempo en encontrar en ellos cualidades por las que estar agradecidas a Dios.

¿Te animas a hacer eso hoy y a cambiar nuestra perspectiva con respecto a otras personas?

Desafío: Haz una lista de aquellas personas en tu vida por las que estés agradecida y dedica un tiempo a orar por ellas. Incluye también a personas con las que quizás has tenido algún malentendido o con las que no te llevas del todo bien y busca en cada una de ellas algo por lo que dar gracias a Dios.

Por Edurne Mencía

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