¿Hay alguien ahí?

Y despertó Jacob de su sueño y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar y yo no lo sabía!”, Génesis 28:16

Abraham subió al monte Moría para sacrificar a su hijo Isaac sin saber que Dios ya había preparado el cordero para el sacrificio.

Isaac estaba triste por la muerte de su madre, Sara, sin saber que los camellos venían en camino con Rebeca, el amor de su vida.

José se encontró en un pozo y una prisión, maltratado, acusado injustamente y olvidado, sin saber que Dios estaba preparando un palacio para él.

Moisés dejó Egipto como un fugitivo y se fue a una tierra extranjera, sin saber que tendría el encuentro más importante de su vida con una zarza ardiendo.

Gedeón era el último de su familia. Su familia era la última de las tribus. Él se escondía para batir el grano sin saber que Dios lo convertiría en un guerrero poderoso que liberaría a su pueblo.

David cuidaba las ovejas de su padre sin saber que estaba destinado a ser rey.

Ester estaba rodeada de cientos de concubinas en un palacio en Persia sin saber que ayudaría a librar a su pueblo de ser exterminado.

Pedro, Santiago, Juan, pescaban sin saber que su vida sería transformada de arriba a abajo por Jesús.

Pablo iba camino a Damasco sin saber que quedaría ciego en el camino y comenzaría a ver con los ojos del corazón.

Dios estaba presente en todas y cada una de las circunstancias por las que atravesaron cada uno de estos personajes, probablemente sin que ellos supieran que el Señor estaba haciendo algo “detrás del telón”. Y eso mismo nos sucede a nosotras muchas veces. Pasamos por circunstancias en las que pensamos que Dios no está, que nos ha abandonado o que no nos escucha... pero Dios está ahí, obrando, aunque nosotras no nos demos cuenta.

¿Sientes que Dios está contigo en la situación que estás atravesando? ¿O te parece que te ha olvidado y preguntas desesperada “hay alguien ahí”? “¿Realmente hay alguien ahí?”. No podemos vivir nuestra vida con lo que nos “parece” o nuestras “sensaciones”. Debemos vivirla basada en la verdad en la que creemos.

Para Dios no hay acepción de personas (Romanos 2:11). Todos somos iguales a Sus ojos. Si Él estuvo en los tiempos difíciles que vivieron las personas en la lista anterior, ¿por qué crees que se va a comportar de manera diferente contigo?

En el medio de tu problema, Dios está contigo. Aunque no lo sientas, Dios está contigo. Aunque no lo creas, Dios está contigo... y está obrando. Él tiene un plan perfecto y estará a tu lado hasta que la tormenta pase. Él nunca te dejará ni te desamparará (Josué 1:5).

Si estás pasando por un mal momento, agarra un lápiz y un papel y comienza a pensar en todas las ocasiones en las que Dios ha estado contigo, en las que te ha librado de algún peligro, de alguna situación. Haz memoria de todas las oraciones que ha contestado, especialmente de aquellas en las que, con mayor claridad, has sentido Su presencia. Piensa en todos los “después”, cuando la tormenta ya ha pasado y has visto la luz al final del túnel y te has dado cuenta de que Dios realmente te dio la salida.

Cuando el desánimo llegue, toma tu lista y aférrate a ella, aférrate al Señor y a lo que ya ha hecho por ti... y espera lo que va a hacer después.

Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados”, Romanos 8:28

Dios está contigo ahora mismo, aunque quizás no te des cuenta. ¡Créelo! Abre los ojos del corazón y descansa en la verdad.

Peter Marshall dijo: “Dios no permitirá que ningún problema nos suceda a no ser que tenga un plan específico por el medio del cual una gran bendición salga de la dificultad”.

Confía en Dios. Él te ama. Di, como Jacob, “ciertamente Jehová estaba en este lugar”, ¡Porque ahí está!

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