“Señor, yo no quiero leer tu Palabra ahora mismo… no me encanta… las Escrituras parecen ser tan aburridas…”
¿Alguna vez has orado algo así a Dios? Puede ser difícil ser honesta con Él, ya que queremos decir cosas como: “Señor, Tu Palabra es dulce… me trae paz… me gusta más que cualquier otro libro”. Queremos orar con el Salmista: “Me deleitaré en tus estatutos”, Salmo 119:16a.
Es maravilloso cuando podemos venir a un lugar en nuestro caminar espiritual en el cual podemos decir tales cosas a Él. Pero hasta que podamos orar esas palabras honestamente, no deberíamos mentir y pretender que amamos la Palabra de Dios cuando en realidad no es así.
Lo creas o no, aprender a ser honesta con el Señor acerca de nuestra falta de deseo por Él y por Su Palabra puede ser un paso importante hacia el deleite por las Escrituras y Su presencia. Recientemente, en mi propia vida, sentí una falta de sed por Dios. No quería estar con Él. No quería leer la Biblia. No quería orar. Mientras estaba desanimada por mi falta de deseo por el Señor y Su Palabra, no estaba segura de cómo cambiar para poder cultivar una sed por Él.
Dios me ha llevado a ser honesta con Él en vez de hacer un espectáculo con mis devociones. Leyendo fragmentos de mis recientes anotaciones en mi diario, veo un corazón anhelando un deseo por Su Palabra y Su presencia. Oré rogándole al Señor para que me dé hambre por Su Palabra y por Él.
¿Sabes qué es lo asombroso? ¡Él lo hizo! Aún estoy aprendiendo y creciendo, pero últimamente he disfrutado leer las Escrituras y sentarme a los pies de Jesús, disfrutando de Su presencia y Su Verdad. En vez de pensar en esto como una tarea aburrida, estoy aprendiendo a disfrutarla de nuevo y a deleitarme en Dios y en el regalo de Su Palabra.
¿Batallas y luchas por amar las Escrituras? ¿Tienes problemas con eso? ¿Es tu tiempo de quietud una molestia? ¡Díselo a Jesús! Él ya lo sabe y quiere que tú, así como lo quiso de mí, se lo digas a Él. A medida que nos acercamos a Su trono, pidiendo por gracia, Él nos la dará.
“Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna”, Hebreos 4:16.
Dios no quiere que tratemos de actuar como si lo tuviéramos todo resuelto. Nuestras oraciones son una farsa para Él si estamos solo diciendo cosas solamente por decirlas. Cuando pretendemos que amamos la Palabra de Dios cuando en realidad no es así, estamos mintiéndole a Él. En lugar de eso, Dios nos llama a la honestidad, “si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”, 1 Juan 1:9. A medida que le decimos a Él acerca de nuestra lucha por amar Su Palabra, Él nos sanará y nos renovará, dándonos un profundo amor y pasión por Él y por las Escrituras. Él puede hacer todo eso y lo hará. Vamos a pedírselo y a ser honestas con Dios.
Por Christina Book