Jesús: La esperanza de los pecadores

“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales to soy el primero” – 1 Timoteo 1:15

Me encanta David. Él es, con toda honestidad, uno de mis favoritos.

Leer sobre sus pobres elecciones, sus menos que admirables decisiones y su egoísmo… no son mis temas favoritos como su fan

Me gusta verlo depender de Dios. Me gusta verle ser humilde y confiar en Dios cuando nadie más lo hace. Eso me anima, me da fuerza y me hace querer hacer lo mismo en mi vida.

Pero incluso aunque David amaba a Dios, él era también un pecador propenso a desviarse. Un poco como yo.

A veces cuando leo la historia sobre David y Betsabé, David y Urías y David y Natán, casi quiero gritarle y decirle que no lo haga. Cierra los ojos. No caigas en la tentación. Humíllate a ti mismo y, simplemente, di la verdad.

Nuestras elecciones tienen consecuencias.

Muchas veces nuestras pobres decisiones no solo nos lastiman, sino que hacen daño a aquellos a nuestro alrededor que son inocentes.

El pecado de David no solo le hizo daño a él, sino que hirió a Dios. Su pecado hirió a su hijo con Betsabé. Hirió a Urías, que era inocente y noble. Hirió a la familia de David y, en última instancia, a la nación a la que se supone que debía guardar y proteger.

David tuvo muchos éxitos en su vida, pero también tuvo muchos fallos. Podemos ver con claridad la diferencia en la vida de David cuando era completamente dependiente de Dios y cuando estaba lejos de Él. Aunque no me gusta ver a uno de mis héroes pecar y vivir tan lejos de Dios, creo que Dios permite que la historia de David sea incluida en la Biblia para animarnos y darnos esperanza.

Aunque Dios hizo cosas asombrosas en la vida de David, él era un pecador… igual que yo.

David – en algunas ocasiones – volvió la espalda a Dios… igual que yo.

David – en algunas ocasiones – pensó que era más importante que otros… igual que yo.

David – en algunas ocasiones – era egoísta e independiente… igual que yo.

David – en algunas ocasiones – olvidó quién era su primer amor… igual que yo.

 

Oh, amigas, tenemos a Jesús. Jesús es, de lejos, el mejor Rey.

Leer 1 Timoteo 1:12-16 me hace regocijarme en el amor, la gracia y la esperanza que tengo a través del perdón de los pecados en Cristo Jesús.

Él conoce mi pasado. Él conoce mis pecados. Él conoce la oscuridad de mi corazón y mis luchas. Él conoce mis pecados y mis arrepentimientos. Él sabe cuándo me he apartado de Él como un cordero y ha tenido que venir a buscarme para protegerme, Él conoce mis partes más oscuras y, aun así, Él escoge amarme.

Y hace lo mismo por ti querida amiga.

David era un pecador. Yo soy una pecadora…y tú también.

Aun así leemos en nuestros versículos de hoy que Jesús nos muestra misericordia (v.13). A través de la sangre de Jesús en la cruz yo no recibo condenación, sino gracia, fe y amor (v.14).

“Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores… de los cuales yo soy el primero” (v.15)

Amigas, Jesús vino por nosotras. Él ya sabe que somos pecadoras en necesidad de un Salvador. No hay razón para escondernos de él o cubrir nuestros pecados.

Él conoce nuestros pecados y, aun así, en Su gracia y misericordia ha escogido amarnos.

Él escogió la misericordia sobre la ira.

Todos somos pecadores, pero no te pierdas la parte más importante de nuestra lectura de hoy: “Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.” (v.16)

¿Ves el poder de tu testimonio? Pablo en estos versículos no duda en mostrar lo terribles que eran sus pecados. ¿Por qué? Para que otros pudieran tener esperanza. Él estaba más interesado en ser un ejemplo de la maravillosa obra que Jesús puede hacer en una vida, más que en crear una imagen vacía de su pasado y que había hecho en él.

 

Permite que otros vean tus fallos para que tengamos esperanza en la obra maravillosa que Jesús hizo en tu vida.

Jesús… Él es nuestra única esperanza.

Incluso aunque me entristece la elección de David con Betsabé, me encanta cómo Dios redime esa situación.

Sí, David y Betsabé sufrieron las consecuencias de sus elecciones y de su pecado, pero no te pierdas el hecho de que Dios, en Su misericordia, los bendijo con otro hijo… Salomón.

Nunca te olvides de que servimos a un Dios que redime.

Él es nuestra esperanza. Él es nuestro amigo. Él es nuestro Salvador.

Por Ángela Perritt

 

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