La ayuda perfecta viene de Dios

Aunque siempre podemos encontrar ayuda en otras personas, la ayuda que viene de Dios es incomparable.

Mucha gente cree que luego de seguir a Cristo los problemas cesarán, y cuando estos llegan, se molestan con Él, aun cuando nos advirtió que en este mundo tendríamos aflicciones. Estas reacciones son indicadores de una pobre relación con Dios basada en la conveniencia, y Dios nunca quiso esto; Él busca verdaderos adoradores, hacedores de su voluntad. Así que nunca debes llevar tu relación con Dios a la ligera. Tu obediencia es fundamental para conocer su voluntad, la cual es buena, agradable y perfecta.

Una persona con una relación estrecha con Dios sabe que cualquier cosa que le pida hacer, por muy difícil que sea, será porque a cambio recibirá algo mejor.

¿Recuerdas la historia del joven rico? Su ejemplo es determinante para cualquier creyente. 

“Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo y se postró delante de Él.

—¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre." —Maestro —dijo el hombre—, todo eso lo he cumplido desde que era joven.

Jesús lo miró con amor y añadió:

—Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste, porque tenía muchas riquezas.” – Marcos 10:17-30

Existen muchas lecciones dentro de esta historia, pero ahora nos ocuparemos de esta, que es "seguir la voluntad de Dios", pues tener un deseo genuino por hacerlo no es suficiente, cuando nos pida hacer ajustes en nuestra vida, ¡tenemos que hacerlo!

Quizá Dios no te esté pidiendo vender tus posesiones, pero quizá te está pidiendo deshacerte de algo que se interpone entre tú y Él. Hacer su voluntad te acercará a las respuestas que necesitas para recibir la ayuda que necesitas. Recuerda que las soluciones a los problemas de la vida están entretejidas a lo largo de la Palabra de Dios. Y aunque los problemas que enfrentamos en la vida pueden no ser culpa nuestra, sigue siendo nuestra responsabilidad el tomar medidas para resolverlos siempre dirigidos por el Espíritu Santo.

Y tú, ¿estás dispuesto a pagar el precio?

 

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