La diferencia en la gratitud

En la Biblia, “dar gracias” o “acción de gracias” o “gratitud” aparece de varias maneras. En el Antiguo Testamento, una de ellas es el término hebreo todah, que puede significar lo siguiente: alabanza, gracias, alabanzas, una extensión de la mano, confesión, adoración, un coro de fieles. Esta palabra la encontramos en pasajes como Salmos 95:2.

«Vengamos ante su presencia con acción de gracias; aclamémosle con salmos».

Otro vocablo se translitera como yadah, y parte de su significado es: alabaré, alabad, alaben, reverenciar, adoración. Uno de los pasajes donde lo encontramos es el siguiente:

«Dad gracias al Señor, invocad su nombre; dad a conocer sus obras entre los pueblos» (1 Crónicas 16:8). 

Si te percataste, las dos definiciones encierran la idea de alabar. Dar gracias a Dios es una manera de alabar su nombre. Salmos 100:4-5 nos invita a hacer ambas cosas. Lee conmigo:

“Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre. Porque el Señor es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre.” (Salmos 100:4-5, NVI)

Aunque es un llamado a la alabanza y hace referencias al templo de Dios –el lugar donde el pueblo esperaba encontrarse con Él cuando iba a adorar– podemos hacer lo mismo cuando nos encontramos con Dios cada día en oración, a nivel individual: llegar con acción de gracias. Antes de presentarle a Dios nuestra lista de peticiones, ¿por qué no brindarle una lista de agradecimiento, una ofrenda de «gracias»? Podría ser en cierto modo un sacrificio porque las cosas que nos preocupan, que nos faltan, que nos inquietan, luchan por ocupar el primer lugar en nuestro encuentro con Dios. Sin embargo, cuando llegamos con nuestra alabanza y acción de gracias, le estaremos dando honra.

¿Sabes lo maravilloso de todo eso? A medida que agradecemos a Dios, y por consiguiente le alabamos, las cosas que antes tanto nos preocupaban e inquietaban, las que querían tener el primer lugar en la lista, comienzan a palidecer en importancia porque nuestro corazón está enfocado en la bondad y la fidelidad de Dios. Recordar con gratitud hará que la fe se renueve también. ¡Aleluya!

Si nos movemos al Nuevo Testamento, entonces encontramos el sustantivo eucharistia y el verbo eucharisteo, cuyo significado es: gracias, alabanza, gratitud, acción de gracias; y también implica estar conscientes del favor de Dios. Fue ese el término que Pablo usó cuando escribió a los efesios y los filipenses, por ejemplo.

«Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. Tampoco debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de gracias.» (Efesios 5:4).

«No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias» (Filipenses 4:6).

En el caso del pasaje de Efesios, básicamente les está diciendo que toda esa conducta anterior, todo ese pecado, debe ser reemplazado por acción de gracias, por una vida de alabanza a Dios. Y en el de filipenses los invita a sustituir la preocupación por oración y gratitud. ¡Cuánto necesitamos de esta práctica!

Vivir agradecidos es más que dar gracias antes de comer alimentos, y mucho más que una celebración anual. Vivir agradecidos es hacer de mi vida una canción diaria de alabanza a Dios por su bondad. Es cambiar el lamento en alegría, la preocupación por la certeza de que Dios es fiel y está al tanto de mi situación. ¡Vivir confiados en el favor de Dios!

¿Estamos viviendo de esta manera, agradecidos? Te animo a considerarlo y pedirle al Señor que te muestre en qué áreas de tu vida todavía no hay gratitud. Si quieres una ayuda, memoriza este pasaje: 

"Alaba, alma mía, al Señor;

alabe todo mi ser su santo nombre.

Alaba, alma mía, al Señor,

y no olvides ninguno de sus beneficios.

Él perdona todos tus pecados

y sana todas tus dolencias;

él rescata tu vida del sepulcro

y te cubre de amor y compasión;

él colma de bienes tu vida

y te rejuvenece como a las águilas."

Salmos 103:1-5 (NVI)

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