La importancia de nuestro carácter y conducta

“Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” – 1 Timoteo 3:16 

Cuando Pablo deja a Timoteo como pastor en la iglesia de Éfeso, se vio forzado a tratar con algunas situaciones difíciles que habían surgido entre el pueblo de Dios. E incluso cuando Pablo estaba planificando visitarle pronto, su corazón estaba tan cargado por las personas en su iglesia que escribió todo y se lo envió a Timoteo en una carta.

Parte de la preocupación de Pablo era cómo estos cristianos se estaban conduciendo como iglesia. El carácter cristiano y la conducta eran importantes para Pablo. Pero ¿te has preguntado alguna vez por qué es tan importante? ¿Es realmente tan importante seguir las reglas?

Sigamos a Jesús o al mundo, estamos sometidas a reglas de vida. Asesinar, robar, mentir, engañar y abusar son inaceptables universalmente. Pero para el mundo son inaceptables porque causan caos, interrumpiendo la vida pacífica que la gente desea. Mucho del razonamiento del mundo está enfocado en el amor a uno mismo. No es algo completamente malo, pero no es lo mejor.

Como creyentes tenemos un código de conducta que estamos llamadas a cumplir – no porque no podamos escapar de él – sino por quién es Dios y quiénes somos nosotras como Su pueblo.

Cuando Dios nos manda no robar sino compartir de manera generosa, es porque Él es un Dios generoso que nunca toma lo que no es Suyo. Cuando Dios nos llama a amar de manera sacrificial o a perdonar completamente, es porque eso es lo que Él hace. Lo que Dios hace nace de Su propia naturaleza. Y cuando Dios nos llama a una vida santa no es solo porque Él es santo, sino porque nosotros somos Su pueblo santo, limpiado y declarado justo ante Dios a través de la obra de Su Hijo Jesús.

Una vez fuimos un pueblo dirigido por sí mismo, ahora somos un pueblo salvado para ser dirigidos por el amor a Dios y a otros. El llamado a vivir de acuerdo a los estándares de Dios es un llamado a la santidad. Estamos llamadas a reflejar al Dios que nos salvó, que provee para nosotras, nos escucha, nos ama y nos cambia.

En definitiva, la verdadera santidad se ve en Jesús. Él es el “misterio de la piedad” porque una vez Él estaba escondido, pero ahora se hizo carne y es la piedad personificada. Es eso lo que nos da la libertad de obedecer a nuestro Dios.

Como creyentes y como iglesia debemos conducirnos de manera que mostremos un corazón cambiado, nuestra gratitud por nuestra salvación y nuestro amor por Aquel que murió por nosotras. 

Por Jen Thorn

Loading controls...