La importancia (o no) de la iglesia

“Ahora no asisto a ninguna iglesia ni a reuniones religiosas -reconoció una mujer-. Mi religión es Dios, y no necesito ayuda para eso”.

“Para mí la iglesia es pura hipocresía -agregó un estudiante universitario-. La considero aburrida, irrelevante, con miedo a la vida. Creo que traiciona a Dios y trata de salvarse a sí misma. Hay personas magníficas allí adentro, pero lamentablemente representan sólo el 0.5% de la membresía. De modo que para mí la iglesia está muerta. Dios está vivo, por supuesto, pero no necesita de la iglesia”.

Después de todo, ¿quién necesita la iglesia?

Cierta vez un periodista de la BBC de Londres me preguntó por qué yo desperdiciaba el tiempo tratando de producir un avivamiento y de movilizar a la iglesia. Refiriéndose a Gran Bretaña como a una sociedad post-cristiana, inquirió: "¿Acaso no está usando energías en un caso ya perdido?"

“No existe una sociedad post-cristiana -le repliqué-. Una generación puede rechazar el evangelio para sí misma, pero yo no puedo rechazarlo en nombre de generaciones futuras. Y además, Jesucristo vino a buscar lo que estaba perdido”.

Así que, ¿quién necesita de la iglesia hoy día? Creo que todos. Como creyentes necesitamos congregarnos para dedicarnos a "la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración" (Hechos 2:42 BLA).

Después de todo, la iglesia no es un edificio ni una denominación. La iglesia es un pueblo. Y creo que en nuestro día Dios se está moviendo entre muchos cristianos en los distintos países del continente.

¿Ya es usted miembro de una iglesia local? Ore para que Dios actúe de manera poderosa, reavivando las iglesias de su país. Si usted se desalienta con la iglesia, recuerde que la Escritura dice: "No descuidemos, como algunos, el deber que tenemos de asistir a la iglesia y cooperar con ella. Animémonos y exhortémonos unos a otros, especialmente ahora que vemos que el día del regreso del Señor se acerca" (Hebreos 10:25 BD).

Busque la comunión de una iglesia donde se predique -y se practique- la Palabra de Dios. Hay muchos pastores que tratan de alimentar a sus congregaciones con cuestiones sociales en vez de hacerlo con la Palabra de Verdad. No es de extrañarse entonces que la gente, insatisfecha, abandone la iglesia.

El Señor quiere derramar Sus bendiciones de manera maravillosa y superlativa. Y creo que lo hará en el momento en que cada miembro del Cuerpo de Cristo se dé cuenta de su responsabilidad de ministrar en la iglesia y de evangelizar a aquellos que aún deben oír la voz de Dios.

Le ruego que se una a mí orando y trabajando para ese propósito.

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