La impotencia humana

La palabra “salvación” es muy utilizada para diversos fines, como por ejemplo: salvar un matrimonio, salvar la economía de un país. Hay personas que están buscando salvación psicológica, tienen problemas emocionales y buscan salvarse; otros buscan la salvación de los fracasos personales; pero está la salvación espiritual y eterna.

El ser humano es impotente frente a los problemas mayúsculos que confronta. La salvación que viene cuando uno es cristiano es por medio de Jesucristo. 

Debemos reconocer la insuficiencia del esfuerzo propio, si desea salvarse debe hacer su parte, pero debe reconocer que su parte es insuficiente para traer la verdadera salvación espiritual y eterna que viene de Dios. Somos incapaces de salvarnos a nosotros mismos, en Romanos 5 dice: “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos”. 

Por esfuerzo propio no podemos obedecer la ley, en Gálatas 2 dice: “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por la obra de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”. El ser humano es insuficiente, y pretender obedecer la ley de Dios para encontrar el verdadero cristianismo es insuficiente, ninguno de nosotros puede mantener y guardar toda la ley de Dios.

Las buenas obras no son suficientes porque en Efesios 2 dice: “Por la gracia sois salvos por medio de la fe, esto no es de vosotros, pues es don de Dios, no es por medio de obras para que nadie se gloríe”. Somos incapaces de alcanzar la demanda de Dios, porque no tenemos la fuerza para obedecer la ley, y porque las obras en lo que respecta a la salvación en sí, no cuentan, es por gracia de Dios, por medio de la fe.

Leyendo Romanos, capítulos 4 y 5, encontramos que siete veces se nos menciona claramente el don de Dios, ser cristiano es un regalo de Dios y viene por Su gracia, por medio de la fe.

La salvación no se compra, no se intercambia, no se trueca; es un regalo, y la fe es la mano que se estrecha para recibir ese regalo. La fe no tiene valor en sí misma, no tiene mérito en sí misma, es simplemente un vehículo que Dios usa para darnos la salvación. Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa. 

Hoy estaba leyendo Mateo 27, cuando Jesús dijo “Tengo sed”, y dijeron: “no le den nada de beber, ya que él dijo que es hijo de Dios, que venga Dios y lo saque de la cruz”. Estos enemigos reconocían que el punto fundamental era creer que Jesucristo era hijo de Dios, luego Cristo murió y el militar que manejaba las tropas que cuidaban la cruz, cuando vio todo lo que acontecía alrededor de la cruz a la sombra de la muerte de Cristo, dijo: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”. Esa es la clave, creer que Jesús es Hijo de Dios.

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