La morada del Señor

David, un hombre conforme al corazón de Dios y un hombre de guerra, no fue el encargado de construir el primer templo. Esta tarea le fue encomendada a su hijo Salomón. 

Sin embargo, David ayudó a su hijo: “Y dijo David: Salomón mi hijo es muchacho y de tierna edad, y la casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras; ahora, pues, yo le prepararé lo necesario. Y David antes de su muerte hizo preparativos en gran abundancia” (1 Crónicas 22:5). David comprendió la importancia de construir una morada para el Señor y dedicó el final de su vida a reunir gran cantidad de materiales para construir el Templo.

1 Reyes 6 nos da el recuento de la edificación del primer templo y de que fue, sin dudas, una tarea monumental. Fue construido por 30.000 israelitas, 150.000 cananeos e incluso participaron artistas fenicios. También nos dice en el versículo 38 que tardaron siete años en culminar la obra. En mi Biblia, el capítulo 7 de 1 Reyes está titulado “La construcción de otros edificios” y comienza hablando sobre el palacio personal de Salomón ¿sabes cuánto tiempo tardó Salomón en construir su palacio? 13 años (1 Reyes 7:1).

¿Te das cuenta? Yo no me había fijado hasta ahora. Salomón tardó casi el doble de años en construir su propio palacio de lo que tardó en edificar el templo, la morada del Señor ¡Utilizó casi el doble de su tiempo, de su energía y de sus recursos para SÍ MISMO!

Este fue el comienzo de su caída. Durante muchos años Salomón llevó una vida centrada en sí mismo en lugar de una vida centrada en Dios. Se alejó de Dios y perdió su comunión con Él hasta el final de sus días. Fue entonces cuando escribió el libro de Eclesiastés, dejándonos un doloroso recordatorio de lo que había aprendido sobre el vacío de una vida separada de Dios.

Y, sin embargo, ¿podemos juzgarlo? ¿Cuánto de tu tiempo, energía y recursos están dedicados a tus propios intereses? ¿Cuánto dedicas a servir al Señor?

Puede que pienses que es imposible invertir en Dios el mismo tiempo que inviertes en tu vida personal ¡le faltarían horas a tu día! Pero, ¿es así en realidad? ¿O es que estamos tan centradas en nosotras mismas que escogemos la comodidad y la conveniencia sobre el sacrificio y el servicio para Su gloria?

Yo tampoco me libro, no te creas. A veces tengo que parar y pedir perdón a Dios al darme cuenta de que estoy reduciendo mi tiempo con Él y mi tiempo de servicio a Él, mientras paso más horas en el Facebook, al teléfono o en cosas que no tienen tanto valor. Hay días en los que “no saco tiempo” para leerles a mis hijos una historia de la Biblia o para enseñarles un versículo, pero sí para ver esa película o esa serie en TV por la que he estado esperando todo el día.

No creas que tengo la solución, sólo te dejo algunas ideas que a mí me sirven en esos momentos en los que debo reevaluar mis prioridades:

1. Toma nota de cómo y en qué inviertes el tiempo durante el día

2. Evalúa en qué se centran tus pensamientos la mayor parte del tiempo

3. Haz un cambio hoy

Algunas acciones concretas sobre el último punto son:

- Levántate un poco más temprano para pasar tiempo en Su Palabra.

- Ora durante el día, quizás mientras haces tus tareas en casa o vas en el autobús o esperas en la cola del supermercado.

- Busca oportunidades para el ministerio dentro de tus posibilidades, tus intereses y tus capacidades.

- Invierte tiempo en enseñar a tus hijos sobre Dios y Su Palabra.

- Anima a alguien hoy con la Palabra de Dios.

- Haz recuento de tus bendiciones y agradece a Dios por cada cosa

- Memoriza un versículo

Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia” Salmo 127:1

Escoge hoy en qué vas a invertir tu tiempo, tu energía y tus recursos… ¿en la morada del Señor o en tu palacio personal?

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