La profundidad del amor leal

“Andad, volveos cada una a la casa de su madre” – Rut 1:8

Actualmente estoy viviendo en la tierra de los adolescentes y, dentro de ese territorio privilegiado, cada noche consigo participar en una conversación animada alrededor de la mesa mientras cenamos. Los temas superficiales pueden ir desde comida (¡y el hecho de que siempre tienen hambre!) hasta las últimas tendencias en calzado, pero mantén tu atención lo suficiente y el tema de las relaciones casi siempre sube a la superficie. 

Hay una cosa que mis hijos están notando últimamente – la aparentemente falta de lealtad en las relaciones a su alrededor. No es ningún secreto que los cambios a lo largo de la adolescencia a menudo pueden resultar en enfoque centrado en sí mismos, sentimientos volubles, cambios en los grupos de amistad y en intereses románticos de corta duración.

Desafortunadamente, la ausencia de lealtad no es exclusiva de la adolescencia.

Vivimos en un mundo con puntos de vista distorsionados sobre la lealtad. Desde las asombrosas tasas de divorcio, la disminución de la longevidad del trabajo e incluso una tendencia a la falta de compromiso con la iglesia local, la prioridad que el mundo pone en la conveniencia y el desarrollo personal  ha resultado en una familiaridad –demasiado cercana como para estar cómoda– con las palabras predichas en 2 Timoteo 3: “Los hombres serán amantes de sí mismos… desleales, sin afecto natural… traidores…”

Por eso la historia de Ruth es tan cautivadora.

En el primer capítulo – justo en el medio de la tragedia personal – Rut nos presenta una especie de amor leal que puede ser un hallazgo raro en las relaciones humanas. La palabra hebrea para esta sacrificada, firme, inmerecida bondad amorosa es hesed, y se ha convertido para mí en una de las palabras más preciosas en la Biblia.

En el camino hacia el retorno de Noemí a su tierra natal, sus nueras deben tomar la difícil decisión de quedarse o ir con la anciana a la que han amado profundamente. Tendría más sentido para Rut y Orfa permanecer en Moab – sus lazos familiares estaban en el lugar que habían llamado casa toda su vida y sus posibilidades de nuevo matrimonio eran mayores allí. En Israel era dudoso que las viudas jóvenes encontraran esposos y ser una viuda sin hijos durante este tiempo era ser considerada como de una de las clases sociales más bajas.

Justo cuando parecía que sus vidas no podían descender más …

Orfa finalmente toma la decisión de permanecer en Moab, pero Rut se aferró a Noemí cuando prometió que el pueblo de Noemí sería su pueblo y el Dios de Noemí sería su Dios. Desde la perspectiva del mundo, Rut no tenía nada que ganar y todo que perder, pero la fe audaz y el amor leal a menudo requieren una búsqueda del camino menos transitado.

Rut demuestra hesed hacia Noemí – un amor leal, misericordioso, que se extiende a alguien más débil – lo que nos lleva al tema de todo el libro de Rut: el permanente hesed de Dios, amor por vagabundas como nosotras.  

Al estudiar el libro de Rut juntas, estemos siempre atentas a la profundidad del amor leal de Dios mientras orquesta acontecimientos y detalles en vidas como sólo Él puede hacerlo. Capítulo por capítulo y versículo por versículo, busquemos intencionalmente Su amor incondicional, lleno de gracia, siempre presente, nunca cambiante, siempre duradero, totalmente redentor, para aquellos que inicialmente se habían alejado de Él.

Y entonces dejemos que el hesed de Dios hacia nosotras nos cambie de adentro hacia afuera, y -como Rut- nos haga pasar a otras lo que nuestro amoroso Padre nos ha extendido tan graciosamente.

Esto es vivir el Evangelio.

Estas son las manos y los pies de Jesús para el mundo …

“Dad gracias al Señor, porque él es bueno. Su amor [hesed] perdura para siempre.” – Salmo 136: 1

Por: Whitney D.

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