La sabiduría no es suficiente (Parte 1)

Desde la creación del mundo, fue entendido que Dios era El Sabio y la sabiduría venía de Él (Job 12:13). Sin embargo, desde la era de la iluminación las culturas comenzaron a deslizarse poniendo el énfasis en el conocimiento y dándole importancia al razonamiento humano y al individualismo, aun por encima de la confianza en las autoridades. Esto trajo como resultado el rechazo de la máxima autoridad: Dios.

Desde entonces, el pensamiento del mundo se ha vuelto progresivamente más y más necio, aun rechazando hasta la existencia de Dios (Salmos 14:1), lo que trae como resultado que “se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido” (Romanos 1: 21).

En lugar de buscar a Dios y reconocerlo como fuente de toda inteligencia y sabiduría, han confiado en la educación humana. Pero como “la necedad de Dios es más sabia que los hombres” (1 Corintios 1:25), la inteligencia humana se queda corta de lo que podía ser, por no buscar la fuente verdadera. Y como el conocimiento, la inteligencia y la sabiduría vienen de Dios (Proverbios 2:6), si Él no es la fuente de su conocimiento, la fuente entonces viene del príncipe de este mundo y es diabólica (Santiago 3:15).

Como Proverbios 2:6 confirma que la sabiduría, el conocimiento y la inteligencia vienen de Él, pero al mismo tiempo hace una distinción entre los tres, es importante definir la diferencia entre ellos. Conocimiento es la adquisición de información, el primer paso en la trayectoria hacia la sabiduría. El segundo paso es entender la información adquirida llevándonos hacia el conocimiento. El tercer paso es cuando la persona puede sintetizar la información para ser capaz de aplicarlo apropiadamente a su vida; esto finalmente es la sabiduría.

La filosofía del mundo es que la educación cambiará al mundo para ser mejor. Alguien dijo que “La educación no cambia el mundo, sino cambia a las personas que cambiarán el mundo.” Oprah Winfrey confirmó la creencia en esta filosofía cuando dijo “la educación es la llave para descubrir el mundo, es el pasaporte a la libertad.”

El diccionario define la sabiduría como la habilidad de discernir lo que es verdadero y lo que perdura. El mundo tecnológico de hoy ha cambiado la educación, produciendo un conocimiento superficial de diferentes tipos de información y, a la vez, ha ido creando un orgullo en la mente de aquel que lo posee. Esto, al mismo tiempo, produce menos entendimiento de la información adquirida y por ende una imposibilidad de aplicarlo a la vida.

Como siempre es más fácil encontrar la información a cualquier hora en su teléfono inteligente, no es necesario “perder el tiempo” evaluando lo que se está leyendo, y mucho menos memorizarlo. Por esto 1 Corintios 8:2 nos dice: “Si alguno cree que sabe algo, no ha aprendido todavía como lo debe saber.” Uno puede tener mucho conocimiento sin sabiduría, pero lo opuesto no es cierto, no hay sabiduría sin conocimiento. Sin sabiduría es imposible diferenciar entre la verdad y la mentira de todas las nuevas filosofías que siempre están surgiendo alrededor de uno.

Como la sabiduría es escasa, la opinión pública se ha convertido en la verdad del momento, y como todo es relativo, la verdad puede cambiarse, aunque esto es contrario a la definición secular de la sabiduría. Por esto, Colosenses 2:8 nos advierte “Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo.”

Para tener sabiduría verdadera, uno necesita toda la información sobre un tópico y el único que es omnisciente es Dios.

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