La tarea de mi vida

“Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” – Filipenses 2:12

Pablo recuerda su obediencia e insiste a los filipenses que sean obedientes. Hay dos tipos de obediencia:

1. Obediencia a regañadientes

2. Obediencia voluntaria

Y es acá donde quiero que prestes atención…

En una clase de niños, un maestro dio un ejemplo de cómo glorificamos a Dios con la obediencia. El maestro preguntó: ¿A cuántos de ustedes su mamá les dice que vayan a bañarse? Y todos levantaron las manos. ¿Todos se bañan? ¡Sí! –repitieron, pero volvió a preguntar: ¿Cuántos de ustedes van a bañarse con buena cara, inmediatamente y sin hacer escenas de enojo? Y hubo un silencio que evidenció la falta de obediencia voluntaria existente en esos niños.

Pero no les juzgues, muchas veces antes de cometer algún pecado piensas “Si hago esto, Dios me va a castigar”, entonces automáticamente dejas de obedecer por voluntad propia, y lo haces por el hecho de que serás disciplinada.

Gozándome en cumplir los mandamientos es cuando realmente soy obediente y glorifico a Dios.

Como hijos del Rey de los Cielos, estamos llamados a gozarnos en cumplir sus mandamientos. Así como escribía el Rey David:

Tus leyes son mi tesoro; son el deleite de mi corazón. Estoy decidido a obedecer tus decretos hasta el final” – Salmos 119:111

Acudiendo a nuestro mayor ejemplo de obediencia, quiero que reflexiones en esto: Jesucristo se vació para que fuésemos llenos y se hizo pobre para que seamos enriquecidos.

Él debió obedecer algo mucho mayor de lo que significa dejar de estar en una relación de yugo desigual, o ser obediente a tus padres cuando te dicen que escojas buenas amistades. ¡Mucho mayor! Implicaba que él se despojaría de todo privilegio que tenía con su padre.

Pensando en la mayor obra de obediencia que nos dejó Jesucristo, en donde se humilló hasta lo sumo, cuando no tenía porqué humillarse, ¿existe algo más difícil de obedecer? ¿Existe algo más difícil de hacer? ¿Es muy difícil perdonar a tu amiga que habló mal de vos? ¿Es muy difícil obedecer a tu profesora cuando te dice que completes las tareas?

No pasa por lo externo, sino por la intención o motivación. Cuando ya no está tu mamá para ver qué gesto haces cuando te pide que limpies la casa, cuando no está tu pastor leyendo una conversación de WhatsApp con alguien que sabes no es buena compañía, cuando nadie te ve ni puede leer tus pensamientos.

“Con temor y temblor”

Es ahí cuando debemos tener temor y temblor en nuestro proceso de santificación. ¿Crees que será imposible? Déjame mostrarte que no.

1. No confíes en ti misma (Proverbios 3:5)

2. No seas indiferente a la tarea de tu vida, o fría o caliente (1ª Reyes 18:21)

3. No juzgues con tus propios parámetros (Lucas 18:11)

4. Sé sincera contigo misma y luego con tus padres y consejeros (Salmos 119:10)

5. Reverencia y respeto en cualquier lugar, no solo en tu casa (Génesis 39:9)

6. Sé humilde (Lucas 18:13)

7. Confía en Dios (Filipenses 2:13)

Querer y hacer”

El punto siete habla de que Dios es quién busca que le obedezcamos, adoremos, amemos. Él hizo todo y seguirá haciéndolo para la Gloria de Su nombre. Jesucristo ya hizo lo que era imposible para nosotros, pagó la cuenta que nunca podríamos pagar.

Todo lo bueno que hay en nosotros es Cristo, es Dios obrando, son los frutos del Espíritu Santo. ¿O una mañana despertaste y dijiste “¡Qué lindo día para dejar de ser rebelde a mi Creador!”? ¡NO! Jesucristo se acercó hasta ti mostrándote su gracia y cruz.

¡Cumple la tarea de tu vida, Dios se encarga de todo lo demás!

Por Antonella Azuaga

Loading controls...