¿Has oído, visto o leído acerca de esta gran heroína de los videojuegos que se hizo tan famosa en los años 90? Lara Croft es una avezada arqueóloga cuyas aventuras dejan ver sus dotes de fuerza e inteligencia para pelear contra sus enemigos.
¿Quién no se ha imaginado ser alguna vez esa mujer guerrera, dotada de belleza, juventud y habilidades, que es capaz de hacer frente a sus adversarios? En mis años mozos siempre quise ser una mujer maravilla y quizás tú has querido imitar a esta súper guerrera, Lara Croft.
Mirando la historia de David, él tiene cualidades más que suficientes para ser un guerrero, aun sin haber sido entrenado en las ligas mayores de la guerra. Recordemos que él fue entrenado como pastor y allí sí tuvo que pelear con osos y leones. ¡Experiencia sí la tenía!
Lo que más me sorprende de David es que nunca se apoyó en su propia prudencia, no buscó sus propios recursos, ni se sintió seguro de sus habilidades. Fue un hombre humilde que dependía 100% de Dios como su fuente de poder. El mismo lo declaró: “Bendito sea el SEÑOR, mi roca, que adiestra mis manos para la guerra, y mis dedos para la batalla” – Salmos 144:1
Veamos las cualidades de David que lo definen como un guerrero de Dios: Valiente –Prudente – Humilde – Fuerte – Confiado
¿Cómo peleas tus batallas? ¿Cómo te enfrentas a tus enemigos?
Muchas veces como jóvenes creemos que podemos con todo; tenemos energía, juventud, destrezas y una dote importante de autoconfianza. Por eso generalmente vivimos o experimentamos las luchas apoyadas en nuestra propia prudencia o en nuestras fuerzas, creyendo que seremos capaces de salir adelante, solas, como Lara Croft. Pero te recuerdo que ella es un personaje ficticio, y tú y yo somos reales, de carne y hueso, y sí tenemos que enfrentar enemigos, sean internos o externos en nuestras vidas, que son reales también.
¿Puedes observar y detenerte un momento en la vida de David e imitar su ejemplo? Él no se valió de su experiencia en el campo, no usaba sus propios recursos, se sostenía en su roca, en Dios, y Dios mismo lo adiestraba, lo entrenaba, lo preparaba, lo ayudaba para enfrentar a sus enemigos. En sus batallas él no estaba solo, el Espíritu de Dios estaba con él. ¿Por qué ganaba las batallas David? ¿Cómo pudo cortar 100 prepucios de los filisteos? Solamente y únicamente porque aprendió a conocer a su Dios, a confiar en Él, a depender de Él, a ser guiado y sostenido por el Todopoderoso en batalla, ¡por nuestro gran y suficiente Dios!
El Señor nos enseña en Su Palabra que estamos en guerra (Efesios 6:11-12) y eso nos convierte en guerreras. Pero, ¿cómo enfrentamos las luchas? ¿Quieres ser una guerrera de Dios? ¿Alguien que toma las armas espirituales y no sus recursos propios para enfrentarse a los enemigos?
“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” – 2 Corintios 10:4-5
No luchemos en la carne, con recursos propios, sino, más bien, enfrentemos esas luchas y batallas con valentía, confianza, seguridad, fortaleza y fe en Cristo, en total dependencia de Dios, obedeciendo a Sus principios. Él es nuestro ayudador, nuestro guerrero que pelea las batallas por ti y por mí. Conviértete en una guerrera de Dios.
Preguntas de Reflexión
- ¿Pueden los demás ver tu confianza en Dios y que Él está contigo?
- Para ganar una batalla solo necesitas a Dios de tu lado. ¿Estás lista para la guerra?
- Jesús es un guerrero fiel y verdadero. Como una guerrera que eres, ¿tú también estás siendo fiel y verdadera?
- Dios es nuestro Rey Poderoso, fuerte y valiente. Confíale tus batallas.
- Jamás podremos vencer las tentaciones en nuestra propia fuerza, necesitamos el poder de la fuerza de nuestro Dios. ¿Cómo puedes fortalecerte en el Señor?
Por Elba Castañeda