Librado del ángel de la muerte

Pasaje: Éxodo 12:1-13

Versículo Clave: “Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto” (v.13).

La pequeña familia de esclavos judíos se sentó en el piso de su pequeña choza, comiendo el cordero que había sido degollado. Sus sandalias estaban en sus pies y ellos estaban vestidos para el viaje. Sus pocas posesiones estaban amarradas dentro de pequeños sacos que cada miembro de la familia debía llevar consigo cuando Moisés enviara la señal de que era momento de partir.

Gritos se podían escuchar a través de la tierra. Madres lloraban incontrolablemente. Padres aullaban como si fuesen animales salvajes. El pequeño sabía lo que estaba pasando y tenía miedo. Levantó su cabeza y contempló a su padre por un momento.

“¿Voy a morir esta noche, padre?”

“No, hijo. No vas a morir”.

“¿Por qué no, padre?”

El papá delicadamente tomó al niño por la mano y lo llevó hasta la puerta de la choza.

“¿Ves esto hijo? El cordero que comes esta noche fue sacrificado por ti. La sangre del cordero en el dintel de la puerta es tu protección. El ángel de la muerte no te tocará. Tú estás a salvo”.

Ser librado de la muerte no es lo mismo que ser librado del ángel de la muerte…

Abril 4 marca el aniversario del día en que los doctores removieron uno de los tipos de cánceres más agresivos de mi cuerpo. Era una pequeña sombra de muerte que estaba creciendo, lista para probablemente reclamar mi vida a una edad bastante joven. No sabemos por cuánto tiempo había estado dentro de mi riñón, pero dado a su agresividad y tamaño pequeño, era probablemente un tumor reciente.

Hoy estoy totalmente llena de gratitud y gozo. Estoy sorprendida de la gracia de Dios hacia mí. El tipo de cáncer que yo tuve es un asesino silencioso y no hubiese podido ser capturado a no ser por un quiste de ovario que reventó y me envió a la sala de emergencias con un dolor insoportable. Hasta donde sé, muchos han leído mi historia pero nunca me canso de compartirla.

Fui librada. Estoy viva gracias a la bondad de Dios.

Aún lo mucho que este capítulo de mi vida me hace querer gritar de gozo, no es nada cuando lo comparo a un tiempo diferente hace muchos años, cuando fui librada del ángel de la muerte. Comenzó en el mismo mes de Abril, hace 20 años, cuando una joven deprimida y confundida comenzó a buscar respuestas dentro de las paredes de la iglesia Central Presbiteriana en una de las capitales de Brasil. Mi mundo se estaba derrumbando. Una relación de mucho tiempo había terminado en traición. Una amiga cercana me había dejado. Mi negocio se derrumbaba.

Perdida en el medio de mi crisis, me acordé de una amiga de la universidad quien me había invitado una vez a ir a su iglesia. En el momento, no le hice caso. ¡Yo estaba en el tope del mundo! ¡No necesitaba a Dios!

Pero mientras mi mundo comenzaba a derrumbarse, su personalidad callada y actitud de interés por mí parecían llamarme desde las páginas del álbum de fotos de graduación de la universidad:

“¿Te gustaría ir conmigo a la iglesia este domingo?”

Atendí a los servicios por cinco meses antes de entregarle mi vida a Cristo. Era Septiembre 7 de 1995, el día de Independencia de Brasil, cuando mi corazón fue libertado. La sangre del Cordero fue aplicada al dintel de la puerta de mi corazón.

Su sangre me liberó del ángel de la muerte…

Y Su fuerte mano me liberó de mi Egipto… mi esclavitud al pecado.

Una canción de Aleluya en Semana Santa

Semana Santa es mi época favorita y la celebración más anticipada por cristianos alrededor del mundo. Nos ponemos nuestra mejor ropa ese domingo y vamos a la iglesia, donde cantamos nuestra canción de redención, libertad y victoria.

Nuestra canción Aleluya…

La canción que le dice al mundo que somos Su gente escogida, imperfectos y todo, pero, sin embargo, la niña de Sus ojos… (Deuteronomio 32:10).

La canción que dice que ciertamente puede que pasemos por las mismas pruebas que los demás – cáncer, divorcio, pérdida financiera, muerte – pero ¡nuestra esperanza es firme, inquebrantable y viva! (Salmo 91:1-7).

La canción que le dice al mundo que la preciosa sangre del intachable Hijo de Dios sigue cubriendo, liberando y salvando (Mateo 26:28).

Esa misma canción que un día permanecerá en mi corazón, cuando los doctores sacudan sus cabezas y mi fin en esta tierra se aproxime… Cuando yo mire a Su rostro y pregunte:

“¿Padre, moriré esta noche?”

Y Su amoroso corazón susurrará:

“No, hija. No morirás. Porque la sangre de mi Hijo está en el dintel de la puerta de tu corazón. Aun cuando mueras, ciertamente vivirás” (Juan 11:25).

¡Aleluya! ¡Mi Salvador resucitó! Porque Él vive, a pesar de mis circunstancias, puedo seguir cantando: “Estoy verdaderamente viva”.

¿Está usted verdaderamente vivo hoy?

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