Llamados a representarle

“…y los que tienen amos creyentes no los tengan en menos por ser hermanos…” – 1 Timoteo 6:2

Me senté en el sofá de su oficina, pidiéndole a Dios que me ayudara a responderle rápidamente. Al otro lado del escritorio estaba mi jefe, quien era un hombre Cristiano; yo trabajaba en un escuela Cristiana. Durante las últimas semanas, él había estado cuestionando mis capacidades, malinterpretado mis intenciones y removido algunas de las responsabilidades que yo más amaba, y me había dejado en periodo probatorio.

Yo había empezado a trabajar en esa escuela mucho antes de que él llegara. Es más, yo crecí allí. Conocí a Cristo cuando era una estudiante de secundaria, en uno de los servicios en la capilla de la escuela, y siempre fue mi gozo dar y servir a los jóvenes en esas aulas donde yo misma me había sentado. 

Pero ahora, este nuevo jefe, era realmente esa espina en mi carne. Por alguna razón, él simplemente no gustaba de mí y podía perder mi trabajo por esa razón. Un trabajo que no solo es eso para mí, es  mi ministerio, mi corazón y mi llamado. He pasado los últimos diez años trabajando allí y he amado cada momento.

No sabía qué hacer, así que volví al salón de clases y cerré la puerta. Me senté en uno de los pupitres de los estudiantes, abrí mi Biblia y le pedí a Dios que me ayudara. Necesitaba Su dirección. No sabía a quién acudir, así que acudí a mi Maestro primero.

Era el día 22 del mes, así que leí Proverbios 22 y leí cada versículo, y cuando llegué al versículo 11 escuche la voz del Espíritu Santo, dándome específicas órdenes:

El que ama la limpieza de corazón, por la gracia de sus labios tendrá la amistad del rey.”

¿Señor, en serio? Entendía perfectamente lo que Dios estaba pidiéndome que hiciera, pero no estaba segura de querer ofrecer gracia y amor a un hombre que quería destruirme. Pase unos minutos pidiéndole a Dios que me diera fortaleza, orando por bendiciones en la vida de mi jefe y pidiéndole a Dios que me ayudará a servirle con gozo en medio de esta situación tan incómoda.

En 1 Timoteo 6, Pablo está animando a Timoteo para que aconseje a la iglesia a escoger sabiamente.

No podemos controlar la respuesta de las personas que tienen alguna autoridad sobre nosotros, pero podemos escoger con respeto honrarlos en el nombre de Cristo y presentarnos ante ellos a servirles fielmente.

En vez de amedrentarnos y desilusionarnos, estamos llamadas a dar un paso adelante y ser diligentes. Ganaremos la guerra cuando lavemos los pies de aquellos que están en contra nuestro.

Cuando estoy siendo tentada a quejarme por alguien que no me trata bien, recuerdo que Jesús tomó una toalla y una vasija con agua y se arrodilló ante Judas para servirle. Él nos dejó el ejemplo para que lo sigamos. Estamos llamadas a representar a  Cristo, redoblando nuestros esfuerzos a servir, incluso cuando no estamos siendo reconocidas. 

No sé cómo te encuentras hoy Amiga. Quizás tienes un jefe difícil o un vecino insoportable. Quizás has sido acusada de algo que no hiciste, quizás no eres reconocida en tu trabajo. Pero quiero recordarte que Dios ve que estás tratando de obedecer Su voz, y Él está complacido por tu sacrificio.

Te cuento, me quede con ese trabajo, y cuando el jefe renunció para irse a una nueva escuela, me dio la mano y me dijo cómo su opinión sobre mi había cambiado. Reconoció mis esfuerzos y encontré favor en sus ojos.

Que Dios nos de gracia para mantenernos en la pelea y servirle fielmente – incluso en esos momentos difíciles.

Desafío: ORA por aquellos que están en autoridad sobre ti y encuentra maneras de redoblar tus esfuerzos para servirles, mientras representas a Cristo en tu trabajo.

Por Lyli Dunbar

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