Lo que REALMENTE necesitas…

“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta…” – Filipenses 4:19

Estaba sentada en el frío pavimento, acercando su torso a sus rodillas para enfrentar mejor el frío viento de invierno. El tiempo había dicho que las temperaturas iban a caer en la noche y se veía que ese iba a ser el mismo lugar en el que pasaría la noche.

No había planeado acercarme a ella.

Estábamos en la ciudad con un horario apretado y pensé que oraría por ella mientras me alejaba. Pero antes de darme cuenta de lo que estaba pasando, mi hija tomó mi mano y tiró de mí hasta que ambas estuvimos agachadas, invadiendo el hogar en la calle de esta mujer con más proximidad de la que yo había planeado.

Nuestros rostros se acercaron. Nuestros ojos se encontraron. Nuestras manos se tocaron.

Ella no pidió nada referente a su condición física. En lugar de eso, pude escuchar un dulce himno salir de sus labios. Hablaba de gratitud y de la fidelidad de Dios y, mientras viva, nunca olvidaré la mirada de puro gozo en su cara.

Nos detuvimos sin saber con qué nos encontraríamos.

Nos quedamos porque nuestros corazones no podían alejarse.

Resultó que tenía provisión para la noche y un plan para recuperarse. Su casa había sido destruida por el fuego pero no había terminado con su fe.

Jesús.

Su nombre estaba en sus labios y Él era su roca firme. De hecho, ella sería la primera en decirte que es una mujer muy, muy rica.

Rica en Cristo Jesús…

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En una sociedad que lucha por lo que es bueno, justo y fácil, hay algo radicalmente diferente con respecto a estas personas. Cuando te los encuentras, no puedes dejar de pensar en lo impresionante de su comportamiento. Lo que hacen no tiene sentido para el resto del mundo y la pregunta surge al momento: ¿qué les hace tan diferentes?

Es el GOZO del Señor, tan sencillo como eso.

Excepto que no es sencillo, como tampoco lo son sus circunstancias.

Casi siempre el gozo se ve a través de circunstancias difíciles y eso es lo que les hace distinguirse aún más. Como estrellas en la noche más oscura, brillan de manera tan hermosa que no puedes quitar tus ojos de ellos.

Están bajo gran presión, pero hay GOZO.

Están bajo carencias físicas, pero hay GOZO.

Son tratados injustamente, pero hay GOZO.

Están sufriendo una gran pérdida, pero hay GOZO.

Facilidad. Cosas materiales. Estatus. Abundancia. Luchamos por estas cosas con expectación mundana, pero la satisfacción nunca viene para quedarse. A menudo, en la lucha, somos miserables.

Pero cuando fijamos nuestra mente y corazón en la soberanía y en la bondad de nuestro Salvador, todo comienza a ser distinto.

Nuestra esperanza está firme.

La paz fluye como un río.

El gozo genuino sale a la superficie.

No sé tú, pero yo quiero vivir así.

“Mi Dios pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” – Filipenses 4:19 

¿Nuestra mayor necesidad? Jesús.

Cuando pidas por la provisión de Dios, en primer lugar, pide más de Él.

Por: Whitney D.

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