Los montes

¿Ha estado alguna vez en un lugar rodeado de montañas, como en el estado de Denver, en Estados Unidos? ¿Ha hablado con gente que viva allí? Si lo ha hecho, entonces sabe por qué se mudaron ahí. En Denver uno nunca tiene que adivinar en qué dirección se encuentra el oeste; las estribaciones de las Montañas Rocosas son como un muro occidental imponente de toda la cordillera.

¿Qué hay en las montañas que atrae tanto la mirada de la gente? El Salmo 121:1,2 dice: “Alzaré mis ojos a los montes. ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”. Los montes actúan como una flecha gigantesca que apunta hacia arriba; hacen que la gente levante la cabeza casi involuntariamente; su belleza natural y salvaje da testimonio del poder infinito de Dios, quien es más antiguo y más grande que ellos.

Cuando parezca que todo está perdido, cuando esté extenuado, cuando parezca que su trabajo es en vano, busque unos montes y mírelos; permita que lo hagan mirar hacia arriba, lejos de su dolor y sus problemas, al cielo que es la morada de nuestro afectuoso Soberano.

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