Los nombres de Dios: Jesús – Jehová Salva

Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta...” – Mateo 1:21-22

Este fue el plan todo el tiempo.

Setecientos años antes de que Jesús viniera a este mundo como bebé, Isaías habló sobre su venida.

Setecientos años. Este plan no fue un accidente y la verdad es que no fue una sorpresa, sin embargo las mentes humanas no podían entender la magnitud de esta realidad y algunos imaginaron la venida del Mesías de una manera muy diferente.

Comenzando en Génesis y llegando a las páginas finales del Apocalipsis, la Biblia trata en su totalidad los temas del pecado, el sacrificio y nuestra necesidad por un Salvador.

Antes de que naciéramos, Dios sabía que necesitábamos ser rescatados.

Dios sabía que nuestro esfuerzo no nos salvaría.

Dios sabía que no habría nivel social, cantidad de oro o buenas obras suficientes para salvarnos.

Dios sabía que asistir a la iglesia, bautizarnos o cualquier tipo de ceremonia en la que participemos no cumple con lo que solamente por la Sangre de Jesús podemos obtener.

Y es por eso precisamente que Él vino.

“Más que un maestro, más que un iluminado, más que un hacedor de milagros, más que una fuente de significado en la vida, más que un gurú de autoayuda, más que un ejemplo de autoestima, más que un liberador político, más que un amigo preciado, más que un transformador cultural, más que un propósito para los perdidos, Jesús es El Salvador de los pecadores.” ~ Kevin De Young

Jesús es El Salvador de los pecadores, lo que significa que Él vino por ti y por mí.

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La casa estaba en silencio y el sueño una vez más se me escapaba mientras que sostenía a mi bebé recién nacido en mis brazos. Habíamos cambiado el alboroto normal de la temporada de Navidad para darle la bienvenida al bebé más dulce que había nacido 5 días antes de la noche de Navidad. Las luces titilaban en el árbol de Navidad y mis ojos cansados alcanzaron a ver el pesebre que habíamos colocado en la chimenea.

“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.” – Juan 1:10

Y mientras observaba este regalo tan maravilloso que Dios me había entregado descansando plácidamente en mi regazo, mi corazón se estremecía al pensar en sacrificar a mi hijo por personas que se lo “merecieran” – y menos todavía entregárselo a una multitud de burladores que eventualmente gritarían “Crucifícalo”.

Y fue en ese momento que vi la gracia de Dios más claramente.

Como ves, Dios tenía un plan que desafiaba la lógica del mundo. Fue impresionante y contracultural, con una gran humildad y tan verdadero que, aunque algunas veces nos rebelamos ante Dios, en lugar de castigarnos a nosotras, Él por Su propia voluntad castigó a Su único Hijo.

“Más Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados...” – Isaías 53:5

Su nombre es Jesús – Jehová salva.

En la próxima Navidad, más que decoraciones perfectas, regalos y platos de galletas… quiero intencionalmente compartir la esperanza de aquel bebé en el pesebre con todos los que están cerca de mí. Quiero que los demás vean a Jesús a través de mi servicio. Quiero que escuchen sobre Su nacimiento mientras le alabo por venir a salvar a un mundo caído. Quiero que sientan el amor de Jesús a través de mí mientras les amo con la misma paciencia, compasión y gracia.

Como mi pesebre no puede hablar, quiero que mi vida sea el testimonio de que Jehová salva…

Desafío: Pídele a Dios que te dé oportunidades esta semana para compartir la esperanza de la venida de Jesús a este mundo.

Por Whitney D.

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