Luchando contra la frustración

Frustración: “Malogro de un deseo”. “Privación de algo que se esperaba”.

Últimamente hay algo que me frustra en gran manera: mi conexión a internet.

Sí, has leído bien. De entre todos los problemas que hay en el mundo lo que me más frustra en este momento es mi conexión a internet. Quizás lo veas absurdo de entrada, pero, por favor, si hay algo por lo que te sientes frustrada en este momento, sea lo que sea, termina de leer el artículo.

¿Por qué? Porque no quiero aburrirte con mis quejas, sino ayudarte (¡ayudarme!) a luchar contra la frustración.

En realidad, la frustración es una lucha de poderes. Se trata de lidiar con algo que se escapa de tu control, que no puedes dominar ni manejar por mucho que te esfuerces. Y, ¡qué difícil es manejar las cosas que no puedes controlar! Pregúntaselo al apóstol Pablo:

Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera”, 2 Corintios 12:7

¿Puedes leer entre líneas? Pablo dice, palabras más, palabras menos “¡ESTOY FRUSTRADOOOOOOOOOOO!”

Gálatas 4:13 nos aclara que el aguijón era una enfermedad, pero no nos dice cuál exactamente. Algunas sugerencias sobre el mal que afectaba a Pablo han sido: migraña, malaria, epilepsia o alguna enfermedad en los ojos. Sea la que fuere, fíjate la forma en que la describe:

“Aguijón” - ¿Alguna vez te ha picado una abeja? ¿O peor, una avispa? Si te pica una abeja, por lo menos te queda el consuelo de que se murió al hacerlo porque su cuerpo se desgarra cuando introduce el aguijón, pero con las avispas... mejor no encontrárselas.

Si nunca has tenido ningún encuentro desagradable con estos animales, seguro que te has pinchado con una aguja alguna vez ¿O soy yo la única torpe? Un aguijón es un objeto punzante que se introduce en tu carne a mayor o menor profundidad y que duele. Mucho.

“Un mensajero de Satanás” – nada que provenga de Satanás puede ser agradable. Por el contrario, lo que viene del enemigo siempre tiene la intención de hacernos daño, maltratarnos, desanimarnos, sacarnos del camino correcto.

“Que me abofetee” – La enfermedad de Pablo era como una bofetada, un golpe con la mano abierta en la cara. Me hace acordar a las comiquitas, cuando un personaje de comic le deja toda la mano marcada a otro de una bofetada y generalmente le ponen la mejilla hinchada y roja. Recibir una bofetada no es solamente doloroso, sino que también es humillante.

 ¡Sin duda Pablo estaba frustrado!

Ahora bien, ¿cómo luchar contra la frustración? Los versículos siguientes nos dan algunas claves para poder hacerlo:

“Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”, 2 Corintios 12:8-10

Tres actitudes con las que Pablo luchaba contra la frustración:

1- Actitud de Oración  

Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí. Pablo especifica que oró tres veces para que Dios le quitara esta enfermedad, pero que no lo hizo. Orar por aquello que te frustra no te asegura que va a desaparecer de tu vida, sino que tu actitud ante ello va a cambiar. Cuando oras, lo dejas en manos de Dios y sabes que, sea cual sea el resultado, viene de Él, así que puedes quedarte tranquila.

2 – Actitud de humildad

Porque cuando soy débil, soy fuerte. Pablo reconoce que por sus propias fuerzas no puede quitar el aguijón de su carne y es en ese momento cuando deja de depender de sí mismo y comienza a depender de Dios. El poder de Dios va a obrar a través de ti en cualquier situación que estés enfrentando.

3- Actitud de contentamiento

Por tanto, de buena gana me gloriaré... Pablo dice en Filipenses 4:11-13: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

He aprendido a contentarme”. No es algo que nos salga naturalmente, es algo que constantemente debemos ir aprendiendo y perfeccionando. Dar gracias a Dios por todo, porque todo viene de Él y confiar.

Es fácil frustrarse ante las cosas que salen mal. Cuando haya algo que se escapa de tus manos y te enfrentes a la frustración, recuerda hacer lo mismo que el apóstol Pablo: ora, mantén una actitud humilde y aprende a contentarte cualquiera sea la situación.

 

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