Mi Dios... Tu Dios

Leyendo el libro de Isaías, que es uno de mis favoritos de toda la Biblia, volví a pasar por el primer versículo que Dios me dio cuando llegué a Venezuela. Está marcado en mi Biblia como “Caracas, 2/6/05”.

Yo soy Jehová, Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir”, Isaías 48:17b

En ese momento comenzaba una nueva etapa para mi vida: estaba a punto de casarme, me estaba mudando a un nuevo país, ¡estaba dirigiéndome a la selva a cumplir mi sueño de servirle como misionera! Este versículo fue crucial para mí en ese momento.... y también lo es ahora. Dios no nos habla solamente en los momentos “grandes” o “importantes” de nuestra vida, también lo hace en el día a día, en lo cotidiano.

Hay tres cosas que me encantan de este versículo:

 ...Yo soy Jehová tu Dios

No solamente es Dios, es MI Dios, lo que hace una enorme diferencia. No es una divinidad lejana con la que no tengo ningún tipo de relación, al contrario, es MI Dios, es MI Padre Celestial, es un Dios cercano, personal, íntimo e individual que se preocupa por cada aspecto de mi vida, con el que puedo tener una comunicación estrecha y única. Eso me da una tremenda seguridad, me da paz y consuelo en cada situación. Él es mi Dios, Él es TU Dios.

...Dios me enseña provechosamente

Me enseña para mi bien, para mi provecho, para mi beneficio. Cada cosa que Dios permite en mi vida es parte de Su escuela, es Su método de enseñanza. Hay lecciones que disfruto y otras que preferiría no aprender, pero todas son útiles para mi crecimiento y para mi meta en esta vida: parecerme cada día más al carácter de Cristo.

“Bienaventurado el hombre a quien tú, Jah, corriges, Y en tu ley lo instruyes”, Salmo 94:12

¿Qué te está enseñando Dios? ¿Estás pasando por una de esas lecciones en las que te deleitas o estás en medio del fuego de la prueba? De cualquier forma, recuerda que Dios te va a enseñar para tu bien.

...Dios me encamina por el camino que debo seguir

Me muestra los pasos que debo dar para llegar a la vida plena que Él promete, para cumplir con el propósito divino que forjó para mi vida desde antes de mi nacimiento. El me guía en cada decisión, en cada encrucijada, me toma de la mano y me lleva por el camino que debo andar. Y cuando eso no sucede, no es porque Él me haya dejado a un lado, sino porque yo me he soltado de Su mano.

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos”, Salmo 32:8

“Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aún más allá de la muerte”, Salmo 48:14

Ah, ¡qué dulce consuelo saber que, en medio de las lecciones difíciles, Dios me enseña para mi bien, que en mis viajes por el desierto, Él me guía y me lleva de la mano! ¡Qué delicia saber, comprender, que Él es mi Dios! Es MI Dios... es TU Dios ¿No cambia eso la perspectiva de las cosas?

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