Vivimos en la era digital, no hay marcha atrás, y como casi todo en la vida, tiene sus ventajas y desventajas.
Ya parece imposible concebir un mundo sin Google, sin redes sociales o sin tiendas digitales donde todo está al alcance de un clic. Y la llegada de los teléfonos inteligentes ha hecho realidad algo que hace apenas 10 años era pura ciencia ficción. Tenemos, en la palma de la mano, una pequeña computadora que nos sirve de GPS, nos permite pagar las cuentas, hacer llamadas, tomar fotos y editarlas, elaborar documentos, nos recomienda restaurantes, nos indica el estado del tiempo y mucho más.
Sin embargo, la era digital también se nos ha convertido en un estorbo, por decirlo de alguna manera, en la manera en que nos relacionamos con Dios. Y de eso quiero hablarte hoy. No voy a extenderme mucho, solo quiero presentarte algunos puntos y dejarlos ahí para que medites en ellos y determines si esto pudiera estar sucediendo en tu vida.
Problema no. 1: Nuestra falta de familiarización con la Biblia, porque estamos acostumbrados a la versión digital. Es decir, muchas veces si nos piden buscar un pasaje, no sabemos dónde está porque en lugar de memorizar el orden de los libros al usar la versión impresa, vamos a la aplicación y allí lo encontramos con solo tocar la pantalla. No hay nada de malo en usar estas aplicaciones, pero todo cristiano debe usar y conocer bien su Biblia.
Problema no. 2: Cuando mi tiempo en la Palabra de Dios es “digital”, soy más propensa a distraerme. Debido a las notificaciones, llamadas, etc., la lectura se vuelve interrumpida y eso impide que pueda meditar e interiorizar realmente lo que estoy leyendo. Nos hace perder ese sentido de un tiempo especial cuando "estoy leyendo mi Biblia”. En un dispositivo podemos hacer muchas cosas, pero cuando estamos a solas con un libro, nuestra atención no está dividida.
Problema no 3: Mi lectura de la Biblia no puede limitarse al “versículo del día”. Recibir esta gota diaria de inspiración, desafío, convicción o sabiduría es excelente, y hasta podemos usarlo para compartir con otros la Palabra de Dios, pero de ninguna manera puede ser mi único contacto diario con la Biblia. ¿Imagínate vivir con un bocado al día? Siempre tendrías hambre, ¿verdad? A nivel espiritual sucede lo mismo. No puedo crecer, no puedo fortalecerme, con un solo bocado. ¡Mucho menos enfrentar el pecado! El salmista lo entendió muy bien cuando dijo: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmos 119:11). Pero guardar en el corazón es meditar, aprender, estudiar.
Problema no. 4: Mi teología no puede salir de las canciones que escucho ni simplemente de YouTube. Sí, hay muchas canciones buenas y también videos con buenas enseñanzas, pero también hay mucho material con mala teología en ambas categorías. ¿Y cómo puedo discernirlo si no conozco bien la Biblia? Es preocupante que sepamos muchas canciones de memoria y muy pocos versículos bíblicos.
De modo que relacionarnos con Dios en esta época digital, aunque pone a nuestro alcance innumerables recursos y posibilidades, también nos presenta estos desafíos que pudieran convertirse en problemas. De cada una de nosotras va a depender cómo los usamos y cómo cuidamos y priorizamos nuestra relación con nuestro Padre. Vivir como Dios lo diseñó implica hacer las cosas de manera diferente.