Navidad en familia

Llegó la Navidad, lo anuncia la alegría en el ambiente, el sol radiante y las noches estrelladas. Es un tiempo para disfrutar en familia, reflexionar sobre lo vivido, apreciar a los amigos y vivir con los nuestros tradiciones que se recordarán siempre.

Navidad es tiempo para disfrutar conversaciones amenas con las personas que amamos y divertirnos mientras jugamos con los más pequeños de la casa. Es un tiempo para reflexionar y encontrarnos con Dios y con nosotros mismos en un diálogo personal y profundo.

Navidad es final y principio, porque realizamos el inventario del viaje recorrido y nos presentamos frente al nuevo año para encararlo con alegría, fuerza y más experiencia. Es una época para valorar los logros, aprender de los errores, rectificar el camino y amar como nunca. Por eso, un buen abrazo, una llamada inesperada, un «te amo y te extraño», hacen la diferencia.

Navidad es un buen tiempo para limpiar el camino de odio y amargura, por eso, ha llegado el momento para disculparnos, pedir perdón si hemos lastimado y perdonar a quienes nos han fallado. Es necesario sacar el dolor que llevamos por dentro y buscar la libertad por medio del perdón.

El perdón es cambiar el deseo de venganza por buenos deseos para la otra persona. Es dejar sin efecto la ofensa y romper la lista de pendientes que hemos acumulado por años. El perdón nos permite dejar ir el dolor causado por la traición, el abandono, el abuso, la agresión y el menosprecio. Definitivamente, todos seremos decepcionados muchas veces en la vida, pero no vale la pena vivir como esclavo de otro o del pasado.

Navidad es un tiempo para regresar a casa, al lugar a donde pertenecemos, a la familia que nos ha dado identidad, sentido de pertenencia, la que me otorgó un lugar seguro y fuerzas para crecer. En donde no todo ha sido perfecto, pero vale la pena luchar por estar al lado de los que amamos.

Ella, a sus 19 años, dijo: «Cómo sufro por el hecho de pensar que en esta Navidad no estaré con mi familia, a la que he decepcionado y menospreciado en el pasado por mi capricho y mi orgullo. Se me parte el alma al escuchar a todas mis amigas hablar de que pasarán esta celebración con sus familias y yo estaré sin ellos por la dureza de mi corazón. Cómo me gustaría que me llamara mi mamá para invitarme a regresar a casa, pero creo que es difícil por todo lo que hice. No sé si es tarde, pero quisiera intentarlo; yo no sabía cuánto valor tenía la familia hasta que la perdí. Lloro por las noches y el dolor me mata por dentro por el solo hecho de pensar que llegó Navidad y no estaré en casa. Cómo quisiera que todo fuera diferente. Si mi mamá me perdonara por lo que hice y me invitara a regresar a casa, no lo dudaría ni un segundo. Correría a sus brazos y lloraría sin parar. La extraño tanto y no sé cómo regresar a mi hogar… al que un día tuve. Ahora sé cuánto vale tener una familia con la cual pasar Navidad»

Sí, Navidad es tiempo de regresar a casa para disculparnos por el error cometido, declinar nuestro orgullo y restablecer la comunión con la familia. Es tiempo de dejar la altivez a un lado para recobrar la alegría que dejamos al marcharnos de casa.

Es el perdón, la humildad, la valentía y el otorgar la disculpa lo que nos permite volver a ser la familia que todos deseamos tener. No depende de los demás, el primer paso lo damos nosotros, los que tendemos puentes para restablecer las relaciones rotas, distantes o lastimadas.

Navidad es tiempo para reír y disfrutar la compañía de las personas que amamos, las que han crecido con nosotros y que no son perfectos, pero al fin y al cabo son nuestra familia amada. Es elegir ser feliz en medio de la realidad que vivimos y dar gracias a Dios por todo lo que nos rodea.

Navidad es Jesús, quien nació en una familia humilde de Nazaret, el hijo de José y María. Pero a la vez, el hijo de Dios quien vino a buscarnos para reconciliarnos con el Padre. Navidad es vida y perdón; una oportunidad para elegir hacer lo correcto. Es la mejor ocasión para recordar que Jesús nació, celebrar su amor por la humanidad, permitirle nacer en nuestros corazones para que sea el centro de nuestro hogar.  Es Él quien nos une y nos permite disfrutar la paz y la esperanza.  

En esta Navidad, el mejor de los regalos que podemos dar, es entregarnos a nosotros mismos con un espíritu de humildad, amor y servicio; es compartir eso que nadie puede robar, que no se deteriora, que se convierte en un recuerdo preciado y arranca sonrisas.

Por eso, valore más dar que recibir, viva en integridad, sea sincero, comparta su vida con un interés genuino, esté dispuesto a dar afecto, sea sensible a las necesidades de los demás y esté anuente a compartir, aun con aquellos que no le han hecho el bien. Un abrazo, un beso o una llamada inesperada solo para decir: «gracias por tu amistad», puede ser el mejor regalo que alguien puede recibir.

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