Negándonos a hacer el bien 

“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, Cuando tuvieres poder para hacerlo” – Proverbios 3:27

Algunas de las enseñanzas más difíciles de la Biblia para mí son las que me confrontan de manera abrupta con mi carne egoísta. Ama a tus enemigos. Cuenta como gozo el encontrarte en medio de la prueba. Perdona a aquellos que pecan contra ti 70 veces 7.

Dios sabe realmente cómo llenar el espacio divino entre lo que Él me llama a hacer y lo que yo hago realmente. Esta es una de esas enseñanzas: no te niegues a hacer el bien cuando en tu mano está el poder para hacerlo.

Para los creyentes, siempre existe la tentación de negarse a hacer el bien. Aunque nuestro pasaje de hoy habla sobre pagar las deudas que tengamos, hay muchos otros bienes que Dios espera que demos. Los creyentes están llamados a rendir sus vidas a Dios. Reflejamos a Cristo cuando somos generosos con nuestro dinero, nuestro tiempo, nuestros dones espirituales, nuestro perdón y con nuestro amor, gracia y misericordia.

“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” – Santiago 1:17

Los creyentes son las manos y los pies de Dios. Hasta que Jesús regrese a buscar a Su pueblo, somos las vasijas a través de las cuales Dios suple todos estos dones perfectos. Dios nos llama a morir a nosotras mismas – a renunciar a nuestros sueños, nuestros deseos y nuestros planes para Él.

“Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.” – 1 Juan 3:17-18

¿Por qué es tan difícil dar de manera sacrificial? Dar involucra riesgo, así que a menudo nos encontramos a nosotras mismas buscando el vuelto de nuestra inversión. ¿Y si la persona no se lo ha ganado? ¿Y si no se lo merece? ¿Y si es desagradecida? ¿Y si no me da nada de vuelta? ¿Y si la pérdida me afecta? Siempre hay un riesgo inherente en dar, pero debemos confiar en Dios con nuestra inversión. Cuando damos sacrificialmente, rendimos nuestros derechos a esas respuestas.

Dar los dones buenos y perfectos de Dios significa que nos negamos a nosotras mismas y damos a las personas el amor, la bondad y la misericordia de Jesús.

Dar a Jesús significa que nos negamos a nosotras mismas el derecho de juzgar quién se merece nuestro amor y generosidad.

Dar a Jesús significa que nos negamos a nosotras mismas el derecho de rechazar e ignorar a aquellos que nos ofenden.

Dar a Jesús necesita que nos negamos el derecho de pedir la última palabra o de responder con ira.

Dar a Jesús significa que nos negamos a nosotras mismas el derecho de retener el bien.

Cuando nos negamos a hacer el bien a los demás, les negamos a Dios.

Dar a las personas la bondad de Jesús puede hacernos sentir incómodos, ser inconveniente y a veces doloroso. Sin embargo, los creyentes deben siempre ver el ejemplo de Jesús, quien siguió derramando Su amor, misericordia y perdón hasta el final a aquellos que no se lo merecían. Dios nos llama a ponerle a Él en primero lugar amando a las personas sin tener expectativas.

Cuando ponemos a Dios en primer lugar – cuando ponemos al pueblo de Dios en primer lugar – Él promete bendecir nuestras vidas y suplir abundantemente más allá de nuestra comprensión. Nuestra bondad hacia los demás no pasará desapercibida.

Cuando tengamos la oportunidad de hacer algo bueno por alguien, debemos hacernos la pregunta, ¿dudarías en dar de manera extravagante a Dios?” En última instancia, no se le da a quien lo necesita, sino a Cristo mismo ¿Cuánto merece Dios?

¿Qué expectativas estás poniendo en aquellos a los que estás llamado a bendecir? ¿Qué bondad estás reteniendo por tener un costo demasiado alto? ¿En qué circunstancias necesitas que Dios te ayude a soltar la auto-preservación?

Por Terria Racy

 

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