¡No hay nada más hermoso que perdonar!

Estábamos en un curso de matrimonios y el tema del día era cómo afecta a nuestra vida la falta de perdón. Nuestros maestros nos habían pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Ya en clase elegimos una papa por cada persona a la que guardábamos algún tipo de resentimiento, escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. ¡Algunas papas eran realmente pesadas! El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos a todos lados esa bolsa de papas.

Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo y el fastidio de cargar esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran más importantes para mí. Entendí que todos tenemos papas pudriéndose en nuestra "mochila sentimental".

Este ejercicio fue una gran metáfora sobre el precio que pagaba a diario en mi matrimonio por mantener un resentimiento causado por algo que ya había pasado y no podía cambiarse. Me di cuenta de que cuando hacía importantes los temas incompletos o las promesas no cumplidas, me llenaba de resentimiento, aumentaba mi estrés, no dormía bien y mi atención se dispersaba.

Perdonar y dejar ir todo aquello me llenó de paz y calma, y alimentó mi espíritu. Me di cuenta de que la falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas, pero que finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo que le damos a nuestro cónyuge, sin darnos cuenta de que nosotros mismos somos inmensamente beneficiados.

Hoy te invito a qué pienses en lo maravilloso que sería perdonar rápidamente aquellas cosas que nos ofuscan a diario. Hoy te animo a prodigar perdón a aquellas personas que son importantes en tu vida. 

Hoy es un buen día para perdonar.

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