¡No pierdas de vista la cruz!

¡No pierdas de vista la cruz!

Tengo la tendencia a enfocarme mucho en mis debilidades, a prestar más atención de la debida al pecado que permanece en mi vida y a hundirme en la culpa. No estoy hablando del buen y necesario hábito de examinar nuestro engañoso corazón como nos dice el Salmo 139:23-24, ni de reconocer que todavía caemos en pecado o de sentir dolor por el pecado cometido. De lo que hablo es de quedarme rumiando lo que ya Dios ha perdonado y olvidado, lo que me roba gozo y me hace perder la fe.

He podido ver esta tendencia en mí y he pedido perdón por darle tanto poder a mi pecado, por perder de vista el Evangelio, por perder de vista la cruz donde mi pecado ya fue PERDONADO y mi redención ¡pagada para siempre!

No permanecemos en nuestros delitos y pecados, sino que, lavadas en Su sangre, tenemos paz para con Dios.

El Señor nos invita a despojarnos del peso del pecado que nos asedia y correr esta carrera hacia el premio del supremo llamamiento en Cristo, a vivir en la libertad de los hijos de Dios, bajo las alas de la gracia, del amor y la inmerecida salvación que se nos ha sido entregada por la fe en Él y Su obra.

Él es poderoso para salvar "perpetuamente" a los suyos.  Así que la próxima vez que tu pecado te acuse y señale, recuérdale cuál es su lugar luego de que ha sido confesado y te has arrepentido: ¡el fondo del mar!

Una mujer verdadera sabe que peca, pero también sabe que ha sido amada, perdonada y redimida por un Altísimo Dios que no se acuerda de sus transgresiones. Este Dios la ve ya vestida como una novia lista para su esposo, blanca, pura y sin arrugas "a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada” (Efesios 5:27).

"Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:1-2).

Y si eres como yo, recuérdale a tu duro corazón y a tu mente rebelde lo que dicen los siguientes pasajes:

Colosenses 2:14

"habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz".

Salmos 139:23-24

“Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno”.

Hebreos 7:25

“[…] Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos”.

 

Por Sydel Pérez de Dorrejo

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