¡No te escondas!

“…y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿No es éste de quien cantaban en las danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus miles, y David a sus diez miles?” – 1 Samuel 21:11

David estaba en una situación complicada. Lo quería matar nada más y nada menos que el rey Saúl y fue a esconderse a tierra enemiga, donde pensó que nunca lo iban a reconocer… ¿Te ha pasado que vas a un lugar en el que te sientes libre porque no te conocen? ¿Cuál es tu reacción al darte cuenta de que sí te conocen?

Muchas veces, como David, vamos a lugares sin esperar que nos reconozcan, donde pensamos que estamos libres de las miradas. A veces esto mismo nos pasa a nivel espiritual, cometemos un pecado y “ocultamos la evidencia” o nos vamos a otro lugar para que no nos reconozcan, nos justificamos y hacemos como que nada ha pasado, así como David con Betsabé.

Amiga ¡no te mientas! Nada es oculto a los ojos de Dios y de una u otra manera te hará ver en qué fallaste y, lo mejor y más importante, te ayudará a restaurar tu vida, ¡no te deja sola! Te va a ayudar a levantarte de donde estás y a seguir adelante. Él está dispuesto, ahora depende de ti que quieras y pidas perdón, que quieras hacer las cosas bien y sacar de tu boca la mentira.

Jesús, con Su obra redentora en la cruz, nos libra de la esclavitud del pecado. Ya no estamos sujetas al pecado, a la mentira (Hebreos 2:15). David entendió esto cuando se armó de valor en Dios y tomó el trono, cuando se dio cuenta de su pecado a través de Natán y se arrepintió, y Dios le perdonó la vida.

Tal vez estés en una etapa de tu vida en la que ocultas algo que te atormenta o tienes un pecado sin confesar por miedo a sus consecuencias. Recuerda que Jesús venció y te hizo libre, no tengas temor, no te pierdas de la bendición por la falta de confesión. El amor de Dios cubre todas nuestras faltas, dile en oración lo que te atormenta, eso que no te deja tranquila y no sigas escondiéndote o yendo a lugares donde no te conocen para sentirte libre.

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. – 2 Corintios 12:9

Haz tuyas las palabras de Pablo y recuerda que nuestro buen Dios se perfecciona en nuestra debilidad. Anímate, da el paso y di: “porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” – 2Corintios 12:10

Triunfa en Dios, la victoria está de tu lado y sé libre. Dios tiene cosas grandes para ti al igual que las tuvo para David.

Preguntas de Reflexión

1. Ningún ser humano es perfecto, ¿pero cuán imperfecta te crees ante Dios para no ver Su gran amor?

2. ¿Cuánto influye tu imperfecta humanidad con tu comunión con Dios?

3. ¿Es Jesús la luz de tu vida?

4. Dios se hizo hombre para librarnos del pecado; ¿valoras tú Su gran regalo?

5. ¿Estás dejando que el poder de Dios actúe en tus debilidades?

Por Andrea Donoso

 

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