Nunca te dejaré

Una de las promesas más hermosas que Jesucristo nos ha dado, es la promesa de nunca dejarnos ni abandonarnos. Las canciones del mundo eventualmente tienen el tema de “la traición”, es una idea que obsesiona al ser humano. No se puede confiar demasiado en nosotros, pero hay uno que nunca nos traiciona: Jesucristo. Él dice en la Biblia que si usted quiere ser cristiano y cree en Él, Él está constantemente con nosotros.

En Mateo 28-20 dijo: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

Hebreos 13-5 dice: “Nunca te dejaré ni te abandonaré”.

Una vez que usted está en Cristo, Él no lo va a dejar ni abandonar; Él no es traidor como nosotros, no cambia de opinión, no se olvida de sus promesas, no firma contratos que luego procede a romper. Cuando Él promete lo avala con Su palabra, la palabra de Dios que no cambia; “Yo soy Dios y no me mudo”, dice Su palabra en Malaquías 3:6. 

Cuando uno cree en Cristo, Él da esperanza. La esperanza que menciona la Biblia es certera, segura, total e inamovible. Dice Romanos 15:4, “Las cosas que se escribieron antes para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, con la paciencia y la consolación de las Escrituras tengamos esperanza”. Si usted cree en Cristo, Él le ayuda a comprender la palabra de Dios. Un incrédulo que lee la Biblia no la comprende, sino que la tuerce a su manera, porque la Palabra de Dios sólo se comprende por la iluminación del Espíritu Santo, y únicamente se les ha dado a aquellos que creen en Jesús.

Dice Efesios 1:13, “Desde que creísteis fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. La esperanza viene del estudio y el conocimiento de la Palabra de Dios; no es una ilusión, la esperanza cristiana es una revelación. Tiene que afirmar su esperanza, consolidar su conocimiento de Dios estudiando la Biblia de forma práctica y diaria. Cuando usted cree en Cristo, Él da dirección.

En Juan 15:16 Jesús dijo: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y los he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo de”. El propósito claro que Él nos da es llevar fruto; el fruto de un carácter controlado por el Espíritu Santo que mora en nosotros. “Más el fruto del Espíritu son amor, gozo, paz, bondad, benignidad, fe, mansedumbre, templanza, contra tales cosas no hay ley”, dice la Biblia en Gálatas 5,22-23.

Luego está el fruto de las buenas obras; son frutos del Espíritu Santo en nosotros que nos guía y dirige a hacer obras de amor al prójimo. Esa es la marca de un cristiano verdadero, que aun a sus enemigos los trata con amor. 

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