Ora sin cesar

“No cesamos de orar por vosotros” – Colosenses 1:9 

Cuando pienso en la palabra “cesar”, vienen a mi memoria cosas que me vuelven loca… mi alarma que no cesa de sonar hasta que me levanto y la apago, mi gallo que no cesa de cacarear a las cinco de la mañana, o mi hijo, al que le encanta hacer el mismo sonido una y otra vez, más fuerte y más fuerte, hasta que estoy a punto de volverme loca.

En Colosenses 1:9 dice, “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”

No cesaron.

No habían cesado.

No van a cesar.

Es la oración que es implacable. No se da por vencida. No abandona.

Y mientras nos disponemos continuamente a la oración, una y otra vez, una vez más, los oídos del enemigo están sonando. Ese sonido molesto que lo amenaza, lo vuelve loco.

Nuestras oraciones, las oraciones de una comunidad de mujeres, elevadas, de unas a otras, importan.

Soy yo, en mis rodillas, en batalla, orando desde mis entrañas por mi familia, por mis amigas, por ti. Pidiéndole a Dios que llene a cada una con el conocimiento de Su voluntad y con toda sabiduría espiritual y entendimiento.

Eres tú haciendo lo mismo. Somos nosotras, juntas, escogiendo ser mujeres de oración. y ¿cómo lo hacemos?

Oramos. Oramos largamente, y oramos fuertemente.

Oramos mientras lavamos los platos, mientras aspiramos, mientras llevamos a los niños a la escuela, mientras manejamos hacia nuestros trabajos y mientras nos dormimos en la noche.

1 Tesalonicenses 5:16-18 nos da un plan sencillo para orar… “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” Voy a decir que cada una de estas tres cosas son diferentes tipos de oración. Así que cuando estás en blanco y sintiéndote como que la oración es muy difícil, o quieres ser una mujer que ora sin cesar pero no puedes concentrarte… recuerda tres cosas:

Regocíjate. Cuando estás contenta, cuéntaselo a Dios. Pon música de alabanza y danza delante del Señor- ¡canta y grita!

Ora. Cuando las cosas están estresantes, preocupantes, abrumantes, habla con el Señor acerca de ello. Dile todo lo que está pasando en ese momento y pídele sabiduría. Cuéntale tus problemas y habla con Él.

Dale Gracias. Dar gracias a Él ¡por todo y cualquier cosa! Nombra cada cosa por la que estás agradecido y agradécele por cada uno.

Y mientras todas hacemos esto juntas, le dejamos saber al enemigo que no cesaremos - que seremos mujeres de oración.

Ora por mí y yo oraré por ti. Deja que nos apuntemos unas a otras hacia donde necesitamos estar, en nuestras rodillas.

Por Joy Forney

 

Loading controls...