Ora y no te rindas

“Orar y no desmayar” – Lucas 18:1

Creo que mis hijas han escrito una página del “cómo conseguir lo que quieres” en la historia de la mujer descrita en la parábola en este pasaje de la Escritura.

Habla acerca de la persistencia.

¡Esta viuda simplemente no se rinde! Ella busca la justicia una y otra vez con este juez ateo, hasta que finalmente él está tan cansado de verla que está dispuesto a ceder y darle la justicia que ella está buscando, sólo para que él no tenga que lidiar con ella UNA VEZ MAS.

Creo que, si somos honestas, todas hemos pasado por allí, ¿no es así?

Todos tenemos una oración o dos que han quedado sin respuesta en los últimos años. Seguimos orando para que cambie una situación o una persona y, año tras año, no vemos ninguna diferencia. Finalmente suponemos, basándonos en el resultado, que Dios ha decidido tener escucha selectiva… un poco como nuestros hijos en ciertos días, cuando les pedimos que laven la vajilla o que guarden su ropa limpia…, Él también ha optado, por alguna razón, no contestar esta oración.

Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Cuál debe ser nuestra respuesta en estas situaciones?

¡Continúa orando y NO TE DESANIMES!

Busca la verdad en vez de tus sentimientos o las opiniones de los demás. Continúa permaneciendo en Dios. Vuélvete a Él cada vez que esta petición de oración venga a tu mente.

Intencionalmente llena tu corazón y mente con la verdad para combatir las mentiras que te están hablando.

Versículos como:

“El Señor está cerca de quienes lo invocan, a todos los que le invocan de verdad.” – Salmo 145: 18

“Ayunamos y solicitamos a nuestro Dios sobre esto, y él respondió a nuestra oración.” – Esdras 8:23

“¡Alabado sea Dios, que no rechazó mi oración, ni quitó de mí su misericordia!” – Salmo 66:20

Esta parábola está diseñada para enseñarnos la importancia del fervor en la oración.

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.” – Lucas 18: 1

¡NUNCA DEJES DE ORAR!

Tú, amiga, no estás sola en tu tendencia a desanimarte porque esta particular oración no parece ser contestada.

Este desaliento puede incluso conducir a la pregunta de si la oración realmente hace alguna diferencia.

Es en momentos como este que tenemos que volver a lo que Dios ES y lo MUCHO que nos ama.

En esta historia, la viuda es débil, indefensa y la única persona a la que puede acudir en busca de ayuda es un juez sin Dios quien se molestaba cada vez que ella se presentaba ante él para defender su caso.

Este juez no se preocupa por ella. Este juez no la conoce… ni hablemos de amarla… amarla tanto que esté dispuesto a morir por ella.

No, se nos dice en esta parábola que el juez no tiene temor de Dios ni el hombre.

¡Qué contraste con nuestra fuente de ayuda, Dios!

Dios, que nos ama y está por nosotras, fija Su favor sobre nosotras y Su fuerza dentro de nosotras. Nuestro Dios tiene siempre nuestro bienestar en mente.

Sus retrasos en responder a nuestras oraciones pueden ser difíciles y seguro desalentadores… pero aferrémonos a la verdad que ya conocemos.

Dios te ama.

Mientras esperas una respuesta, continúa orando. Continua siendo persistente y crece en la fe y el conocimiento de Él.

Dios siempre tiene tu bienestar en el corazón… si hay un retraso… entonces hay una razón para ello.

¡Crece en Él, permanece en Él y sigue buscando Su rostro!

Una respuesta vendrá.

“El fin de todas las cosas se acerca; por lo tanto, manténganse sanos y sobrios por sus oraciones.” Las presiones de la mundanidad se harán mayores a medida que se acerca el fin, por lo tanto, tanto más debemos velar y ser sobrios en oración, y no desmayar.” – 1 Pedro 4: 7

¿De qué manera has sido persistente en tu oración y qué lecciones has aprendido a través de esto?

Por Ángela Perritt

 

 

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