Oraciones de juicio

“En cuanto a los que por todas partes me rodean, la maldad de sus propios labios cubrirá su cabeza.” – Salmo 140:9

Cuando veo una injusticia me pongo muy triste y me enojo mucho. El imaginar que alguien le hará algo malo a mis hijos o a mi esposo… la verdad quisiera destruirlos. Y cuando veo algunas de las cosas horribles que pasan en el mundo y leo sobre estas oraciones de maldición (imprecatorias), quiero hacerle eco a las palabras de David a aquellos que hacen el mal. Pero también sé que debo amar a mis enemigos y orar por aquellos que me persiguen (Mateo 5:44). Y me siento muy confundida con estos sentimientos. ¿Qué se supone que debo hacer con estos sentimientos, cómo debería leer e interactuar con estos Salmos tan oscuros?

Así que es bueno buscar una definición. ¿Qué son las Oraciones imprecatorias?

Una oración imprecatoria es utilizada para invocar el juicio de Dios sobre los malvados y así vengar a los que son enemigos de Dios.

Vemos estas oraciones de maldición o de juicio en varias secciones de la Palabra. Las que encontramos en los Salmos son las más famosas (Salmos 7; 35; 58; 59; 69; 83; 109;137;139). Lo vemos también cuando Moisés le pide al Señor que disperse a sus enemigos y que huyan aterrorizados (Números 10:35). Débora le pide al Señor que sus enemigos sean destruidos (Jueces 5:31). Jeremías se pone bien explícito y le pide a Dios que destruya a aquellos que son diabólicos “con doble destrucción” (Jeremías 17:18).

Algunos estudiosos de la Palabra dicen que Pablo usó imprecatorias en contra de aquellos que no amaban a Dios. Un ejemplo es encontrado en 1 Corintios 16:22: “Si alguno no ama al Señor, que sea anatema. ¡Maranata! Nuestro Señor Viene!”

Estas Oraciones de juicio no deben hacernos sentir avergonzadas o pensar que son pasajes muy extraños y seguir adelante. Por el contrario, estos versículos nos deben invitar a hacer preguntas más profundas, como por ejemplo, ¿cómo puede ser correcto desearle mal y destrucción a otro ser humano? Suena muy malicioso y vengativo, y para nada amoroso y amable.

¿Y lo que dice en Mateo 5:44 donde se nos enseña a amar a nuestros enemigos? ¿Cómo pueden ese tipo de oraciones traer gloria Dios? Pero voy a hacerte un par de observaciones:

1. Las Oraciones Imprecatorias estas dirigidas a actos de gran injusticia, no a asuntos mínimos.

David y los demás no le pidieron a Dios que destruyera a las personas que les resultaban inaguantables, inconvenientes o hirientes. Estas oraciones fueron proclamadas cuando naciones enteras estaban siendo perseguidas, cuando el nombre de Dios estaba siendo blasfemado y cuando los creyentes estaban siendo asesinados por su fe.

2. Las oraciones Imprecatorias le piden a Dios cuando nadie más lo hará o lo puede hacer.

Estas llamadas de juicio solo vienen cuando la justicia no se puede encontrar en esta vida y los inocentes están siendo sometidos a la opresión y a la violencia

3. La Oraciones Imprecatorias nos muestran la necesidad de liberación del enemigo y por tanto la necesidad de un Salvador.

Estas imprecaciones demuestran el peligro y la hostilidad en el mundo y la gran necesidad de que la rectitud reine en este mundo. Estas deberían invitarnos a querer más que la voluntad de Dios se haga.

4. Las oraciones Imprecatorias no son a causa de un deseo de venganza, pero por un deseo muy profundo de justicia.

Hay una diferencia entre “justicia” y “resentimiento”. David nunca oró que él fuera quien entregara el juicio. Su oración fue siempre que Dios lo hiciera por él, algunas veces usando un lenguaje dramático o retorico.

¿Deberíamos orar de esta manera? Quizás en algunas situaciones debemos pedirle a Dios que intervenga de manera dramática.

Todos deberíamos ser movidos por la misericordia y la gracia sabiendo que la justicia y la ira de Dios estuvo sobre nuestras cabezas en algún momento. En algún momento fuimos los enemigos de Dios, pero Jesús nos mostró misericordia y gracia y tomó el castigo para que pudiéramos ser salvos. Mientras esperamos que la justicia reine, nuestra meta principal debería ser que hasta el peor de los pecadores pueda ser salvo. Esto es lo que significa verdaderamente amar a nuestros enemigos. Y fue también el objetivo del Salmista en el Salmo 83:16-18:

Llena sus rostros de vergüenza; Y busquen tu nombre, oh Jehová. Sean afrentados y turbados para siempre; Y sean deshonrados, y perezcan. Y conozcan que tu nombre es JEHOVA; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra.”

En mi caso encuentro todavía mucho misterio alrededor de esas oraciones imprecatorias. Cuando veo que los Cristianos están siendo perseguidos por hablar de su Fe, quiero pedirle a Dios que caigan lluvias de fuego y azufre sobre las cabezas de los malvados. Creo que podemos dar gracias a Dios porque Él nos ha prometido que en Su tiempo Él reivindicará todo el mal que se le ha hecho a Su pueblo. Y que lo hará perfectamente.

Nuestra oración debería ser que Dios regrese pronto para que el enemigo y el dolor (en sus diferentes maneras) cesen, y la paz y la justicia inunden nuestra tierra. Y mientras esperamos, hemos sido llamados a “Bendecir a los que nos persiguen: bendecir y no maldecirlos” (Romanos 12:14) y que “nunca ajusticiemos nosotros mismos, pero que se lo dejemos a la Ira de Dios, porque está escrito, “La Venganza es mía, Yo pagaré, dice el Señor.”

Por Jen Thorn

 

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