Orando con la Biblia: Cuando nos unimos a otros

“También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará. Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos”, Mateo 18:19-20

Algo especial sucede cuando el pueblo de Dios ora de común acuerdo. Y no lo digo yo, lo dijo el propio Jesús, como leímos en el pasaje que aparece al principio. 

Cuando decidimos buscar a Dios en grupo, ya sea como iglesia, como familia o con amigas, estamos diciéndole a Dios: esto nos importa tanto que queremos que haya fuerza en nuestro clamor. Pero además estamos diciendo: la petición de esta persona, o de este grupo, es importante para mí y quiero unirme. Incluso cuando en ocasiones la petición en sí no nos afecta a nivel personal, al unirnos estamos haciendo nuestro el dolor, el anhelo, la necesidad.

Los primeros cristianos entendieron muy bien este concepto y en varios pasajes del Nuevo Testamento los vemos orando juntos, perseverando en su clamor como grupo, como iglesia.

La oración de común acuerdo con el pueblo de Dios nos fortalece la fe y hasta nos hace valientes, por eso Pablo la pedía: “Y oren también por mí. Pídanle a Dios que me dé las palabras adecuadas para poder explicar con valor su misterioso plan: que la Buena Noticia es para judíos y gentiles por igual”, Efesios 6:19.

La oración por otros nos ensancha el corazón porque nos saca de nuestro pequeño mundo y nos recuerda que somos parte de algo mayor.

“Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes”, Efesios 6:18b.

El pueblo de Israel también conocía este concepto muy bien, sabían que si oraban a Dios como nación, las circunstancias, por difíciles que fueran, podrían cambiar. Él mismo se los había prometido: “pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra”, 2 Crónicas 7:14.

¿Tienes compañeras de oración, personas con quienes compartes tus peticiones a Dios y cuyas peticiones tú llevas al trono de Dios? Cuando la reina Ester se vio en una encrucijada, oró y ayunó; pero no lo hizo sola, buscó el apoyo de sus doncellas y del pueblo judío en su ciudad. Ahora la tecnología nos permite incluso orar juntos incluso a kilómetros de distancia porque tenemos teléfonos, internet. ¿Por qué no aprovechamos este recurso? ¡Para mí ha sido y es de gran ayuda y alivio!

Y una última cosa, cuando le digas a alguien “voy a orar por ti”, hazlo, anótalo, ora en el momento, lo que sea necesario, pero no ofrezcas tu apoyo en oración para que luego quede en el olvido.

“Cuando los creyentes oyeron las noticias, todos juntos alzaron sus voces en oración a Dios…” Hechos 4:24

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