Palabras finales

“Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas…” – 2 Timoteo 4:17

En los últimos años, pasamos muchas mañanas tranquilas sentadas junto a un gigante. No era muy alto de estatura, pero era grande de corazón. Mi abuelo cubano estuvo casado durante 70 años con la misma mujer, trabajó duro y amó bien. Él era el patriarca y la pieza central de nuestro clan y su muerte supuso una pérdida increíble para nuestra familia.

Cuando sabes que tu tiempo es limitado, cada momento con un hombre sabio es sagrado. Quieres detenerte y escuchar. Cada palabra es importante. Cada conversación tiene significado.

2 Timoteo 4 es el canto de cisne de Pablo, su última carta, escrita con el conocimiento de que su vida pronto terminaría. Pablo escribió la mitad del Nuevo Testamento bajo la inspiración del Espíritu Santo, y estas son sus palabras finales para nosotras, el cuerpo de Cristo. Al leer este capítulo, puedo ver la pasión de Pablo de comunicar un mensaje claro para todos nosotros al avanzar en nuestra fe.

Hermanas, la vida es dura. Pablo comprendía esto más de lo que podemos imaginar. Enfrentó persecución, humillación pública y acusaciones, golpizas y oposición extrema cada día de su vida por la causa de Cristo. Pero a través de cada ataque y dureza, una cosa permaneció en la vida de Pablo: el poder de Cristo era mayor que cualquier problema que enfrentara.

Esto es lo que Pablo quiere que sepas: Dios te dará la fuerza para enfrentar lo que sea que este mundo loco te lance. Puedes enfrentar oposición, pero Dios te dará la fortaleza y el fervor que necesitas. Dios siempre se mostrará fuerte por ti. En tus momentos más débiles, tu Aba Padre proveerá de todo lo que necesites.

La pasión de Pablo por comunicar las buenas noticias del evangelio no disminuyó. Incluso en prisión, él siguió hablando del nombre de Jesús y enseñó a la gente la esperanza de salvación. Nuestras vidas pueden estar en un tumulto, pero la tribulación provee una plataforma para hablarles a otros del Salvador que nos da una fuerza sobrenatural. A medida que las personas observan nuestras vidas, estamos mostrando a un Dios real obrar.

Sí, tenemos un enemigo. Pablo comprendió esto bien, pero entendió también que el propósito mayor de Dios para su vida era que terminara con una fe fuerte. Al sentarse en la prisión y escribir esta carta, su confianza estaba puesta totalmente en Su libertador. Un león puede rugir, pero no puede devorar un alma. Estás protegida totalmente por el Dios que camina contigo a cada paso del camino hasta que te lleve al hogar celestial.

Cuando era niña, fui a una pequeña iglesia hispana con mis abuelos. Mi gigante me recogía cada domingo y yo me sentaba en silencio a escuchar el sermón sentada a su lado. Cada servicio terminaba con una doxología – una palabra de alabanza a Dios. Elevábamos el nombre de Dios con nuestros labios y salíamos por la puerta de la iglesia con Su gozo en nuestro corazón.

El desafío final de Pablo es el de alabar:

“Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

Pablo enfrentó la oposición desde la victoria porque confiaba totalmente en Su Libertador. Hermanas, nuestro llamado es alabar a Aquel que nos ha liberado y que continúa protegiéndonos y proveyendo para cada necesidad. La presencia poderosa de Dios nunca te dejará y Él tiene un propósito mayor para cualquier problema que puedas enfrentar hoy.

Como Pablo, podemos vivir nuestras vidas en la gloria de Dios hasta nuestro aliento final. Que nuestras últimas palabras hablen de la fidelidad de Dios. 

Por Lyli Dunbar

 

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