Para la mamá preocupada y tal vez desanimada

Este año estoy releyendo la Biblia completa, ¡es un desafío! Pero lo estoy disfrutando mucho porque este no es un libro común y corriente, es la Palabra de Dios, y como tal, nos habla al corazón. Tal vez debiera decir mejor, ¡nos cala el corazón! También nos anima, nos consuela, nos da esperanza, y nos enseña a vivir como Dios lo diseñó.

Así que ayer terminé 2 Crónicas, y fue en los últimos capítulos de ese libro donde encontré lo que hoy quiero compartir contigo, que tal vez estás desanimada y preocupada por tus hijos y sus decisiones.

El pasaje en cuestión no habla de una mamá, sino de un papá, el rey David. Sin embargo, lo que nos enseña es aplicable tanto a padres como a madres, y por eso lo traigo hoy. Lee conmigo 1 Crónicas 28:9.

“Y tú, Salomón, hijo mío, aprende a conocer íntimamente al Dios de tus antepasados. Adóralo y sírvelo de todo corazón y con una mente dispuesta. Pues el Señor ve cada corazón y conoce todo plan y pensamiento. Si lo buscas, lo encontrarás; pero si te apartas de él, te rechazará para siempre.” (NTV)

En este versículo encontramos al rey David dando sus últimas instrucciones a Salomón, el hijo que le sucedería en el trono. ¿Te imaginas? Saber que la vida está por terminar, ¡cuántas cosas quisiéramos decir para que a nuestros hijos les vaya bien! Los años y las experiencias vividas le habían enseñado al anciano rey lo verdaderamente importante. Veamos.

Aprende a conocer a Dios íntimamente. Cuando de Dios se trata, conocer va más allá de lo que otros nos han enseñado; es cuestión de relacionarnos al punto de que sea algo íntimo. Y eso no lo podemos dejar en herencia como haríamos con algo material, ni siquiera como hacemos con nuestra tradiciones culturales o familiares. Sí, nosotros podemos enseñarles y guiarles, pero llegar a conocer a Dios íntimamente será algo que tendrán que hacer ellos mismos. Crecer en el conocimiento de Dios, de su Palabra, es una trayectoria personal.

Adóralo y sírvele de todo corazón. Aunque como madres tengamos muchos sueños para nuestros hijos, por aquí empieza todo, por la decisión que ellos tomen de adorar a Dios y servirle. Es decir, Dios es lo primero en sus vidas. El corazón no está dividido, está rendido, consagrado. A fin de cuentas, no hay nada oculto para él, y conoce nuestras verdaderas intenciones y prioridades.  

Si lo buscas, lo encuentras. David entendió esta verdad que una y otra vez el Señor nos declara en su Palabra. Dios no se esconde; no tenemos que hacer nada para ganarnos su favor, es por gracia. Él nos ha prometido que si lo buscamos, lo encontraremos (Jeremías 29:13), y cuando lo busquemos, viviremos (Amós 5:4).

ahora viene la parte en la cual tú y yo podemos descansar como madres. Mira lo que dice 1 Crónicas 29:19.

“Dale a mi hijo Salomón el deseo de obedecer de todo corazón tus mandatos, leyes y decretos…”

En esa petición está la clave. ¡Descansa en Dios! Sé que no es fácil para nosotras las madres, porque desde pequeños nos acostumbramos a controlar sus vidas, por decirlo de alguna manera. Decidimos qué comen, qué ropa se ponen, a qué escuela van, qué juguetes tienen. ¡Pero un día crecen y nos toca dejarlos volar! Ellos tienen la responsabilidad de tomar la misma decisión que tú y yo tomamos una vez. ¿A quién serviremos? ¿A quién buscaremos?

Nosotros podemos enseñarles todo lo que mencionamos anteriormente, pero el resultado no está en nuestras manos. Ellos tienen que elegir y, al final, es solo Dios quien puede cambiar sus corazones, transformarles, redimirles, salvarles… poner en ellos “el querer, como el hacer”.

Oremos como David para que nuestros hijos tengan un corazón que busque a Dios en primer lugar, rendido en obediencia, porque solo así le adorarán y servirán. Y después, descansemos en Dios.

Loading controls...