Para nuestro bien

“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”, 1 Pedro 5:10

Habría que conocer la vida de David con todo lo que éste pasó aún después de ser ungido en su juventud como rey, o todo lo que atravesó y sufrió injustamente José  por sus hermanos y la maldad de otros, para poder reconsiderar nuestra posición en medio de las circunstancias difíciles de nuestra vida.

David pasó gran parte de su vida huyendo y viviendo en cuevas tras ser perseguido por el obstinado rey Saúl. José fue vendido como esclavo por sus hermanos y, después, falsamente acusado de violación, por lo que pasó la mayor parte de su juventud en la cárcel. Job perdió todo: salud, familia y posesiones. Pablo fue perseguido, azotado y encarcelado varias veces; y Jesús fue injuriado, traicionado por uno de su círculo íntimo y entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios (Hechos 2:23), su Padre.

Todos los citados, a excepción de Jesús, tenían razones de sobra para estar amargados y desistir de su fe en Dios, más no fue así. Al mirar la vida de estos fieles ¿que podemos decir nosotras en medio de nuestra situación?

El consejo de Pedro es muy atinado al decirnos: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid  firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”. Y luego dice… “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”  (1 Pedro 5:8-10). ¡Aleluya!

La Palabra nos recuerda que “No os ha sobrevenido ninguna tentación (o problema) que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).

Así es Amada de Dios, los problemas son males de esta vida que por causa de Satanás, el pecado y la maldad, inevitablemente sufriremos. Mas no estamos solas… nuestras hermanas en todo el mundo son víctimas de los mismos padecimientos. Pero el Dios de toda gracia los utiliza para perfeccionar, afirmar, fortalecer y establecer nuestro carácter y nuestra fe -mucho más preciosa que el oro- y mediante la cual luego podemos consolar a otras que pasan por las mismas circunstancias.

Oración: Amado Dios, fortalécenos y no te tardes para que nuestra alma no desfallezca. Gracias porque en todo tiempo tú eres bueno. En el nombre de Jesús, amén. 

Loading controls...