¿Para qué estudiar?

Estudiar abre las puertas a un mundo de posibilidades. Además, ensancha la mente, aumenta la capacidad de razonar, de sacar conclusiones y de resolver problemas complejos.

Muchos sufren del grave error de pensar que prepararse profesionalmente carece de importancia para el cristiano. Esto carece de toda base bíblica y objetividad pues Dios ha mandado al creyente a esforzarse, a crecer “en todo” y a ir a los confines de la tierra predicando el evangelio, cosa que la preparación, el desenvolvimiento que da una profesión y las finanzas que resultan de la misma, facilitan en alto grado.

Cuando pensamos en el grado y las diferentes capacidades en que Dios utilizó a sus siervos (Moisés, Daniel, Pablo, Lutero, etc.) nos damos cuenta de que, seguido de una comunión íntima con Él, una formación académica, además de conveniente, es necesaria.

Dentro de los apóstoles encontramos hombres humildes pero capacitados: un fiscal tributario (Mateo), dos hijos de empresario (Juan y Jacobo), expertos en la pesca (Pedro), un contable (Judas) y un teólogo (Pablo). Y aunque no los llamó por sus profesiones, las usó convenientemente para el beneficio del reino.

El cristiano, como cualquier otro ciudadano de este mundo, debe:

  • Observar las leyes terrenales.
  • Votar.
  • Trabajar.
  • Pagar impuestos.
  • Asearse.
  • Descansar.
  • Ir al médico.
  • Cumplir sus deberes cívicos.
  • Estudiar, etc.

Es más, por ser cristianas tenemos exigencias mayores a las de un ciudadano común. Debemos:

  • Cumplir las leyes terrenales “con respeto y ánimo pronto, y orar por los que están en eminencia” (1 Timoteo 2:1-2). Pero además debemos observar las leyes espirituales.
  • Votar por principios –de acuerdo a los mandamientos divinos- y no por conveniencia.
  • Trabajar con integridad y excelencia, como para Dios y no para los hombres (Colosenses 3:23).
  • Pagar los impuestos al gobierno“, a César lo que es de César”, pero también diezmar en la iglesia, “a Dios lo que es de Dios” (Marcos 12:17).
  • Arreglarnos bien y vestirnos bien, no solo externamente, con fineza y decoro -como la Mujer de Proverbios 31, Ester y las mujeres que profesan piedad- sino también internamente, obediente y “con un espíritu afable y apacible que es de grande estima delante de Dios”, como Sara, Rut y María (1 Pedro 3:4, 6).
  • Descansar, pero no en nuestras finanzas, posición, trabajo, esposo o propia prudencia, sino “en el Señor”.
  • Cuidar de nuestra salud física visitando al médico a quien Dios le dio la ciencia para nuestro beneficio. Pero igualmente debemos cuidar la salud interna guardando nuestro corazón de iras, enojos, contiendas, maledicencia y amargura, porque de Él mana la vida (Proverbios 4:23).
  • Cumplir nuestros deberes cívicos honrando al rey (1 Pedro 2:17), salvo que sea en oposición a los principios de Dios. Conducirnos como buenas ciudadanas y evitar en lo posible ser una carga pública al gobierno o financiera a la iglesia (2 Tesalonicenses 3:10).
  • Crecer, en la medida de lo posible, “en todo” el sentido y extensión de la palabra, estudiando y planificando debidamente para el futuro (Efesios 4:15, Lucas 14:28-31).

¿Vale menos la mujer que no tiene una profesión? ¡Jamás!

Nuestro valor viene definido por la creación, la imagen y la semejanza de Dios que poseemos y el precio que Cristo pagó por nuestra salvación (1 Pedro 1:18-20).

Pero 2 Pedro 1:5 nos manda a: “Poner toda diligencia en añadir a vuestra fe, virtud; a la virtud, conocimiento...” O sea que debemos poner “todo nuestro esfuerzo” en no dejar a nuestra fe huérfana y sin fruto. Más bien debemos añadirle generosamente: virtud, conocimiento, etc…

La virtud es la cualidad de vivir con excelencia. La misma debe habilitarnos para tener una vida fructífera. El Conocimiento viene del griego “epignosis” que significa 3 cosas:

  • Conocimiento dirigido hacia un particular objeto.
  • Conocimiento pleno; esto es, conocimiento científico en lugar del conocimiento de un simple aficionado.
  • Conocimiento que une al sujeto con el objeto.

Pedro dice esto del conocimiento que debemos tener de Cristo, el cual también se aplica a todas las áreas de nuestra vida en las cuales el Señor desea que nos desarrollemos y crezcamos. Esto es:

  • Física.
  • Mental (académica).
  • Emocional.
  • Espiritual.

Estudiar una carrera es ser sabia y tener visión. Nos equipa para vivir en este complejo mundo y los casos de necesidad que puedan surgir, sea el de ayudar al esposo con un trabajo o hacernos cargo del hogar por falta del mismo.

¿Nos ayudará Dios sin tener una profesión? ¡Definitivamente! Pero solo en la medida correspondiente a nuestra preparación. Él no nos dará un cargo de gerente bancaria, por ejemplo, si solo sabemos tejer.

¿Se debe preparar la mujer con la finalidad de no aguantarle a un hombre? Esa no es la idea. La mujer debe prepararse para:

  • Su propio desarrollo y desenvolvimiento personal.
  • Glorificar a Dios mediante sus conocimientos en áreas del saber o carrera que le permita levantar Su nombre en alto, sin descuidar su hogar.
  • Poder salir adelante con su familia, como Lidia, en el caso de no tener un hombre que la represente y provea para su hogar.

Finalmente, aunque no es una garantía, un hombre “sobre todo machista” dará un trato diferente a una mujer que, además de valorarse, sabe que ella no depende de él y a quien él tiene que respetar por sus conocimientos, y no tratarla -como hacen muchos- como a una ignorante.

¿Resuelve una carrera toda la problemática de la mujer cristiana? No. Pero sí ayuda a disminuir el hambre, y el abuso y la dependencia en un hombre. Ayuda notablemente a la mujer con su autoestima. Y la hace útil en muchas otras áreas más allá de los confines del hogar, especialmente en el ministerio de la iglesia y cuando los hijos dejan el nido vacío.

No obstante, quien no haya tenido la oportunidad de estudiar, no debe sentirse mal. Dios conoce las circunstancias y proveerá fielmente. Pero sí debe animar a las demás a hacerlo.

¿Qué tipo de carrera debe estudiar la mujer?

Salvo que la mujer provenga de una familia rica y con herencia, ya que estudiar es un sacrificio personal, familiar y económico, debe estudiar algo que en caso necesario le permita sostenerse.

Si en algún momento hubiera faltado el esposo de la Mujer Virtuosa, ella hubiera salido adelante holgadamente y sin problemas con su familia. Y esto, aun en tiempos precarios como el bíblico. Esta mujer tenía muchos conocimientos, destrezas, disposición, desenvolvimiento, seguridad, dominio propio y carácter.

Sobre todo, ella añadió a su fe virtud; esto es, excelencia en todo lo que hacía y diversificó sus conocimientos. Ella era:

  • Modista (v.13, 22, 24).
  • Comerciante (v.14, 24).
  • Inspectora y Agente de Bienes Raíces (v.16a).
  • Agricultora (v.16b).
  • Negociante (v.18).
  • Trabajadora Social (v.20).
  • Artista Manual (v.13a, 19, 22a, 24).

El conocimiento aumentó la sabiduría de la Mujer Virtuosa y viceversa, y su hogar nunca careció de ganancias. Proverbios 31:29 concluye diciendo que: “muchas mujeres hicieron el bien; pero ella sobrepasó a todas. Sus hechos son motivo de alabanza (Proverbios 31:31).

Dios la elogió y remuneró “dándole del fruto de sus manos (trabajo). ¿Y tú… Qué harás con las tuyas?

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