Pensando como Cristo

¿Cómo podemos renovar nuestro pensamiento?

Primero: Pongamos atención a las “voces” que escuchamos dentro de nosotros cuando estamos en ciertas situaciones, cuando estamos frente al espejo o incluso cuando vienen de otra persona. Analicemos: ¿De dónde vienen?

Indudablemente las acciones y palabras de Dios hacia sus hijos son siempre de naturaleza redentora. Cualquier pensamiento que nos acose con tendencias a destruirnos, tanto moral como físicamente, no viene de Él. Aquella vocecita que te dice que eres fea, torpe, bruta, buena para nada, que no hay esperanza para tu situación, que por más que trates no podrás, y así sucesivamente. Puede que también escuches todo lo contrario y tengas una imagen inflada de ti misma. Ninguna de estas voces proviene de tu Hacedor.

Mírate en el Espejo de la Palabra de Dios. En 1ra Corintios 2:16, el Apóstol Pablo escribe: Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo.” Si. Nos ha dejado su Palabra para que le conozcamos más a fondo. La Palabra de Dios es mucho más que un simple libro de auto ayuda o de positivismo: No se enfoca en el “yo” para que nos vanagloriemos, sino que se enfoca en que sea Dios glorificado en nuestra vida en todo tiempo.

Segundo: Como consecuencia de lo anterior, sustituyamos aquellos pensamientos con versículos Bíblicos. Es increíble el “arsenal de guerra” que podemos acumular memorizando versículos Bíblicos de los cuales podamos echar mano en el momento necesario. Recordemos que:

“…la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos  4:12).

Hay Poder en Su Palabra. Poder para cambiar tu manera de pensar aunque muchas veces no cambie tu situación.

Amada, Haz un compromiso hoy de volver al Libro. Echa mano de toda la armadura de Dios. Colócate diariamente el Yelmo de la Salvación (Efesios 6:17). Es la única manera de ganar en el campo de batalla de nuestra mente, que es el lugar en que el adversario nos ataca sin piedad.

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