Pero los que esperan en Dios...

“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has establecido, digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides?”, Salmo 8:3-4

Sentada en la mesa con una familia que me había hospedado por unas semanas, escuchaba esta pareja relatarme las diversas formas en las cuales Dios usa el dolor y la prueba en nuestra vida durante un tiempo que parece ser interminable, mientras nuestra esperanza tiende a decaer, y nos preguntamos “¿cómo puedo seguir esperando en Dios?”

Tal inquietud nos llevó a Isaías 40:31 que dice: Pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas, se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán”. Al parecer, a simple vista parecía ser esperanzador cómo la fuerza y la perseverancia del águila utilizadas en este texto se comparan al resultado de esperar en Dios.

A lo largo de nuestra vida nos suceden situaciones similares ¿Has pensado que ya has dado suficiente en tu trabajo; o que has orado bastante por esa situación; o esa persona; o por ese hijo que deseas; o por la conversión de familiares/amigos; o que sigues en el mismo lugar estancada y aún no tienes respuesta?

En esos momentos donde nos desanimamos, nos sentimos débiles y desesperanzadas, llegamos al punto en que tenemos dos alternativas: apartarnos de Dios, buscar otras formas de satisfacción que remplacen la ausencia de lo que no tenemos y queremos, o podemos permanecer aferradas y esperanzadas, sabiendo que Dios utilizará esta dolorosa y difícil situación para aumentar nuestra fe.

Él renovará nuestras fuerzas, mientras descansamos en Sus promesas, recordando que Dios no se ha olvidado de nuestra situación. Él está presente a nuestro lado y si aún no tenemos respuesta, descansemos en Su sabiduría, Su tiempo perfecto y Su plan bueno y justo.

Mientras atraviesas la tormenta, al igual que el águila, dirígete a las alturas y acude a Cristo, “¡La Roca! Su obra es perfecta, porque todos sus caminos son justos, Dios de fidelidad y sin injusticia, justo y recto es El”, Deuteronomio 32:4. Permanece allí esperando en Él.

“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía; mi Dios, en quien confío”, Salmo 91:1-2.

Por Natalie Mariel Castillo Franco

 

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