Puedo dar gracias por deseos insatisfechos…

"Entonces dije: ‘este es mi dolor: que la diestra del Altísimo ha cambiado’", Salmo 77:10

¿Cuántas de nosotros podemos mirar atrás y ver situaciones en nuestras vidas que quisiéramos cambiar? ¿Metas que parecen imposibles de lograr? ¿Sueños que aún no se han realizado y de los cuales no sabemos si algún día serán como queremos?

En un mundo caído lleno de aflicciones podemos enumerar muchas cosas que quisiéramos que fuesen diferentes… que si tuviésemos el poder de cambiarlas lo haríamos inmediatamente. Nuestros corazones pueden llenarse de ansiedad, temor, sentido de fracaso, desesperación, preguntas como ¿y si…? O ¿Por qué no fue de tal manera?... dice el salmista en el Salmo 94:19 "Cuando mis inquietudes se multiplicaban dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”.

¡Qué bueno tener un Dios que trae paz al corazón atribulado!… que puede hacer el milagro de traer conformidad y gozo y que aun cuando la situación siga igual, nuestro corazón sí ha sido transformado. "Estad quietos…" nos dice el Señor "…y sabed que YO soy Dios, exaltado seré entra las naciones, exaltado seré en la tierra", Salmo 46:10.

En esos momentos debemos traer a la memoria el Dios Soberano y Todopoderoso en Quien hemos creído. Él es Quien ordena nuestros pasos con el fin de hacernos bien.

Son estos anhelos insatisfechos los que nos recuerdan que lo mejor está por venir… nos sirven como una oportunidad para enfocar nuestros ojos en la eternidad… La adversidad es una tijera que usa nuestro Padre para despegar nuestro corazón de esta tierra. Y para recordarnos que Jehová mismo es la porción de nuestra herencia y nuestra copa… que El mismo con Sus manos sostiene nuestra suerte… que las cuerdas que Él ha puesto en nuestras vidas son deleitosas y que es hermosa la heredad que nos ha asignado…. (Salmo 16)

¿Por qué? Porque Su deseo es que estemos satisfechos cuando despertemos a Su semejanza… (Salmo 17:15) y que podamos decir con nuestros labios: "Mas para mí, estar cerca de Dios es mi bien, en Dios el Señor he puesto mi refugio", Salmo 73:28.

Podemos dar gracias en medio de estos deseos no cumplidos porque estos nos llevan a Cristo mismo, la Fuente inagotable… el Único que puede saciar nuestra sed.

Por Elisa Michelen de Ramírez

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