Qué hacer cuando el agua está subiendo

“…y un solo mediador entre Dios y los hombres…” – 1 Timoteo 2:5

Vivimos en tiempos en los que las noticias y nuestras redes sociales nos recuerdan que sólo nos preocupamos por nosotras mismas. Sin embargo, hemos visto historias conmovedoras y verdaderas de gente a nuestro alrededor y en el mundo entero. Lo he visto de manera cercana aquí en mi país, cuando en la comodidad de mi hogar en Texas se observaban imágenes de hombres, mujeres y familias que perdían todo con las horrendas inundaciones que provocó el huracán Harvey.

Semanas y meses antes, veíamos y leíamos reportajes de personas que no paraban de pelearse y estaban enfocados en lo que los separaba y no en lo que los unía.

Y luego apareció Harvey. Y cambiaron las noticias.

La semana de la tragedia, pudimos ver lo que las personas pueden lograr unidas, cuando se ayudan las unas a las otras.

Cuando se enfocan en solucionar los problemas, juntos salvan vidas, restauran lo que se ha perdido.

Y es cierto, vivimos en un mundo caído, lleno de dolor y maldad. Y no hay que dudarlo, pero incluso en la más profunda oscuridad Dios siempre está allí, trabajando en su pueblo.

Y tuve la oportunidad de observar cómo hombres y mujeres comunes se levantaron para ayudar.

Y me preguntaba qué pasaría si todos nos levantáramos y estuviéramos unidos, como lo dicen en 1 Timoteo 2:4… “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad…”

¿Qué tal si unidos alcanzáramos a aquellos que están dando vueltas en su incredulidad? ¿Qué tal si nos propusiéramos alcanzar con nuestro amor, nuestro tiempo y con la verdad de la Palabra de Dios, a aquellos que no se parecen a nosotras, que no suenan como nosotras o que no viven como nosotras?

Imagínate lo que Dios puede hacer por medio de un grupo de mujeres que tienen ese enfoque, esa pasión y ese deseo de alcanzar a otros con la verdad de la Palabra de Dios… para que ninguno perezca en las aguas de la incredulidad.

“Todos los hombres”. En 1 Timoteo 2:4 no quiere decir aquellos que lucen, suenan o tienen nuestra misma ciudadanía. “Todos los hombres” quiere decir hombres, mujeres, niños de todas las razas, todas las lenguas, todas las naciones.

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos…” – Apocalipsis 7:9

Amigas, Dios desea para TODOS los hombres y mujeres que sean salvos por medio de Jesús… no solo aquellos que se parecen, suenan o viven como nosotras. Y con esto en mente, he recordado todas las historias de los hombres y mujeres valientes en Houston que arriesgaron sus vidas para salvar la vida de otros… Sin importar las diferencias, ellos entraron en peligro para llevar luz y esperanza a aquellos que estaba a punto de perecer.

Y nosotras estamos llamadas a lo mismo. 

Juntas pongamos en marcha 1 Timoteo 2:4 y entremos en las aguas revueltas. Brazo a brazo, oración a oración, alcanzando, buscando y ayudando. Así como Jesús lo hizo por nosotras.

“…el cual se dio a sí mismo en rescate por todos…” 1 Timoteo 2:6

Porque Dios desea que TODOS, hombres, mujeres, niños de cada región del mundo sean salvos y Le conozcan. Vemos cómo el mundo grita que hay muchos caminos para llegar a Dios, pero como hijas del Rey, sabemos que esto no es cierto. Solo hay una manera de llegar a Dios: por medio de su hijo Jesús. Jesús dio su vida por esta razón. Él es el Salvador, por Él es lo que nuestros corazones esperan. Su misión debe convertirse en nuestra misión. Sus deseos deben ser los nuestros, porque nadie está por fuera de la Misericordia de Dios. Una mujer, una comunidad… una nación a la vez. 

¡Amigas, las aguas revueltas están subiendo y es tiempo de saltar y ayudar!

¿De qué maneras puedes poner 1 Timoteo 2:4 en acción en tu vida? ¿Qué parte de esta maravillosa historia en el evangelio consideras que Dios te ha equipado para asumir?

Por Ángela Perrit

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